CAPÍTULO 26: "Riesgos"

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Habían pasado apenas unos días.

Kawaki vagaba por su celda. Se encontraba solo por razones de seguridad.
Su actitud apática se acrecentaba y esto fastidiaba a los compañeros que se encontraban en las celdas contiguas.

—Las muditas son las chicas más deliciosas, ¿Verdad, compañero? —vociferaban los reos que no despegaron la vista del Uzumaki.

Kawaki los miraba de soslayo y resoplaba.

Trataba de tranquilizarse para poder planear su fuga. Sería difícil, dada su situación crítica.

—Ey, muñequita... —gritaban desde el otro lado— No tengo problema en enseñarte a ordeñar... —ironizaba.

Al escuchar las palabras del preso, los demás reían a carcajadas. Todos, excepto Kawaki.

—Esa carita necesita de mi cremita para volver a brillar... —Kawaki se enfocó en aquel que le gritaba esas cosas.

Recordaba su antiguo yo y eso le ayudó a cambiar su expresión.
Esbozó una extraña y aterradora sonrisa, haciendo que todos callaran de inmediato.

—Es increíble el grado de homosexualidad que residen en sus cuerpos—colocó una mano en su rostro y clavó sus uñas—. Probaron tanto entre ustedes, que están aburridos. No les importa cogerse entre hombres mugrientos, gordos y con claros signos de bajeza humana...

Del lado opuesto, los aludidos se aferraron a los barrotes, gruñían y sacudían sin razón.

Kawaki mordió su labio inferior.

—Unos seres tan insignificantes no me intimidarán. Si tuviera que rebajarme a sus peticiones, preferiría beber agua de su inodoro con restos de heces—enarcó una ceja y comenzó a reír con malicia.

Dio media vuelta y fue hasta su cama. Se recostó y tapó sus ojos.

—¡¡YA VERÁS CUANDO ESTEMOS FRENTE A FRENTE, MALDITO IDIOTA!! —espetaban furiosos.

—Esto no quedará así... —susurró y se retorció al sentir punzadas en la sien.

Respiraba con dificultad. Su corazón latía muy rápido.

—Otra vez no... —jadeaba—¡Déjenme en paz! —colocó las manos en su cuero cabelludo y arrancó varios mechones.

                       [...]

Kawaki despertó por unos constantes golpes en los barrotes de su celda. Se asomó para ver de quién se trataba y era uno de los guardias nocturnos, un anciano que bien podría haberse jubilado desde hace mucho.

—Niño, es tu día de suerte... —espetó con un tono altamente sarcástico.

Kawaki se levantó y bostezó. Afortunadamente, los demás estaban durmiendo profundamente, lo cual le indicaba que sería más de mitad de madrugada.

El hombre le abrió la celda y colocó esposas en sus muñecas.

—Camina en silencio—el Uzumaki seguía los pasos del guardia.

Él llevaba un manojo de llaves en sus manos y abría una a una cada puerta que lo llevaba hasta el punto de inicio.

El hedor emanado de las celdas era insoportable.
La primera vez que lo sintió, creía que moriría con sólo tener su olfato activo.
Sin embargo, con el paso de los días, se fue acostumbrando a él, pero notaba la diferencia al salir del área donde residían los reclusos.

Caminaron por un amplio pasillo, repleto de oficinas viejas que sólo guardaban archivos y éstas estaban cerradas con cadena y candado.

Al final de ella, una gran puerta de vidrio se encontraba iluminada.
Era realmente llamativo al lado de las otras, ya que podían ver claramente los movimientos de las personas que estaban dentro.

Prófugos~ShikaSara (FINALIZADO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora