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La siguiente mañana, como era habitual, me desperté cansada.

Al menos no estaba en el suelo.

Mis manos y pies estaban fríos, muy fríos, incluso sentía que mi habitación estaba más gélida que las semanas anteriores. Recuerdo también haber escuchado una respiración cerca de mí durante la noche, igual que una bruma blanca que dormía a mi lado.

Creí que había sido real, pero ahora que lo pienso, supuse que había sido una pesadilla.

De todos modos, lo ignoré.

Afortunadamente mis padres decidieron cambiar la puerta y no dijeron nada cuando vieron la quemadura notoria en la madera. No obstante, supuse que ellos creían que yo lo había provocado en un arranque de ira y me sentí mal, sobre todo por la desconfianza en sus miradas.

Quise darles una explicación que no involucrara fósforo y madera, pero no contaba con una, así que dejé que pensaran lo que quisieran.

Dejando un lado ese tema, le había comentado a mamá que Hanna y Cliff vendrían a casa finalizadas las clases.

Ella, muy contenta, accedió a despertarme temprano.

Me vestí apresuradamente y una vez en la cocina, advertí que había perdido el apetito.

Mamá pareció notarlo, ya que su mirada no se apartó de mí en ningún instante; sus ojos marrones no parecían cautivadores, sino dos aberturas dispuestas a realizar un interrogatorio en completo silencio.

—Cariño, ¿te sientes bien?

Asentí varias veces.

—No, no es verdad. Tú estás ocultando algo, ¿no es así? —deslizó una mano por encima de la mesa y sostuvo la mía, ligeramente preocupada—. ¿Qué es lo que te mantiene distante? ¿Es… —su voz titubeó un poco—, es sobre Hunter? Si necesitas hablar con alguien, sabes que cuentas conmigo.

—Estoy bien, mamá —murmuré, alejando el plato.

—Hija, no mientas. Te conozco y sé que algo no está bien.

Ella apretó más fuerte mi mano y, en una reacción involuntaria, la retiré bruscamente.

—Sé que es por él. Por Hunter —objetó mamá.

Si ella quería escucharlo todo, supuse que no existía otra mejor oportunidad que esa.

Dejando salir las primeras lágrimas, empecé a hablar.

—Una parte de mí deseaba encontrar una forma de curar a Hunter —le expliqué—. Él ya había pasado por momentos difíciles anteriormente y no estaba segura si tuviera la fuerza suficiente para salir adelante —terminé por decir, sorbiendo la nariz—. Hunter me necesitaba, mamá. Yo quería estar para él… yo quería…

Mi llanto se convirtió en un sollozo que se unía al eco de mis palabras.

Mamá escuchaba en silencio, aunque advertí que tenía los ojos escocidos y los labios apretados para no dejar salir un lamento.

Retiré algunas lágrimas que ofuscaban mi visión.

—Además, él no me había contado del todo lo que había pasado y no imaginaba lo complicado que se había vuelto su situación. Quizá fue idea suya evitar contagiarme su preocupación, sin embargo, fue un error el no hacerlo.

—Entiendo lo que hizo —murmuró mamá, levantándose y acercándose a mí. Su cuerpo no era muy compacto, y aun así, lograba intimidar a cualquiera—, pero debes aceptar su decisión. Si lo amabas, tendrás que hacerlo.

La asíntota del mal [#1] - ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora