Capítulo Doce

Beginne am Anfang
                                    

No guardo rencores hacia mamá por haberle sido infiel a mi padre, no cuando ese fue su único refugio, el otro pequeño pedazo de felicidad, además de mí, en un matrimonio francamente horrible y triste. No la justifico, pero nunca pude decir "estuvo mal" "no debió hacerlo", lo sabía, la vi y nunca me causó tormento esconder que lo sabía, pero ella no escogió bien.

Nuevamente había elegido a un lobo, solo que éste se había disfrazado con piel de oveja y cuando se dio cuenta, era demasiado tarde. Tan tarde.

Cuando le dije a Maximiliano Greene que el día que se murió mi mamá sentí que desapareció la única persona que genuinamente me amaba, fui real. Ese pensamiento me ha acompañado por años porque sé que Loraine me ama, que es mi familia, pero el amor incondicional y sin medidas que mi madre me dio, nunca más lo experimenté y crecí tan sola, cómo un animal apaleado al que todos rechazan y al que no le enseñan del amor.

No sé cuánto tiempo transcurre, pero lloro y duermo y cuando escucho la puerta de afuera cerrarse me tenso, pensando por un momento que esa persona ha venido por mí, pero recuerdo que no sabe de mí, en dónde estoy, posiblemente ni siquiera recuerde mi rostro y han pasado tantos años...

— ¿Allen? —dice la voz de Loraine.

Ella me llama de nuevo y cada vez su voz suena más cerca, no suena feliz y definitivamente está molesta por mi irresponsabilidad y por tener el teléfono apagado, pero cuando la puerta de mi habitación se abre y algo de luz entra para que me vea escondida en la gran cama, se hace un largo silencio.

No será la primera ni última vez que me encuentre hecha este desastre y la amo ferozmente por no correr, por quedarse siempre y hacer todo lo que está en ella para comprender la manera en la que me siento. Por eso no me sorprende cuando la cama se hunde a la altura de mis piernas; el silencio permanece mientras ella espera por mí...Lo hace durante largos minutos y cuando finalmente me quito las sabanas y me incorporo, hace una mueca ante mi aspecto.

Tengo que verme horrible: hinchada, ojos rojizos, cabello hecho nudos y la lamentable tristeza en mi mirada. Ésta no es la súper modelo Meredith Allen Lynch o quizá sí lo es, solo que una versión quebrada.

Quitándome rizos del rostro le regreso la mirada que me da hasta que suspiro y veo hacia el techo mientras me muerdo el labio intentando encontrar qué palabras decir.

—Quiere verme —digo con lentitud— ¿Por qué quiere verme?

—No lo sé, cariño.

—Tía Rochelle quiere que vuele a Los Ángeles y esté un tiempo allá, que me haga cargo de todo esto —Vuelvo la vista a ella— y hoy ha sido francamente un día de mierda.

»Tuve pesadillas que se sintieron reales y luego me sentí tan vacía, Loraine, tan triste y rota. El peor rasgo que puedo tener es no saber olvidar, no saber desprenderme de las cosas que duelen, aferrarme a ellas y luego darles el poder de que me destruya una y otra vez.

—La buena memoria no es una maldición, cariño, también te permite recordar los momentos bonitos ¿No te sientes afortunada cada vez que recuerdas un momento, un instante que te haya hecho sumamente feliz?

Pienso en cuando la conocí, pienso en viajes, lugares especiales. Pasarelas y trabajos que fueron increíbles, momentos pequeños llenos de sonrisas e incluso pienso en Max, la última vez que nos vimos en ese pequeño balcón en su apartamento, el tacto, su boca, las palabras y sé que no me gustaría olvidar nada de eso.

—Pero no me gusta estar así, Loraine. Odio cuando despierto sintiendo que me ahogo en tristeza y los malos recuerdos aparecen. Me hace sentir impotencia no poder controlarlo, es cómo sentir que el alma se me hace pedazos, una horrible herida en mi interior. Porque ahora soy ésta mujer, pero antes no era nada, no fui alguien.

Una Novia Para Max (BG.5 libro #5.5)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt