Capítulo 17

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Tamara Rawlins

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Tamara Rawlins

Estamos en el antro. La música no es de mi gusto, pero es música, supongo que está bien.

La bebida que Pamela casi vertió a la fuerza por mi garganta me ha relajado lo suficiente como para olvidar el ceñido vestido que me cubre y concentrarme en el atractivo rubio a mi lado.

No sé mucho de relaciones o de que se supone que debe pasar en estos casos. He tenido dos novios en toda mi vida, el primero cuando estábamos en la secundaria, cuando yo tenía frenos y no era la más bonita del salón. Él era el un chico muy inteligente con el cabello casi en forma de hongo color negro al igual que sus ojos, que eran un tanto difícil fijarse bien en ellos porque tenía unos lentes demasiado gruesos. Me encantaba con todo y espinillas, pero nuestra forma de comunicación era casi nula, ya que los éramos demasiado vergonzosos para hablarnos. Nos hicimos novios porque Ángela y un amigo de él se pusieron de acuerdo y terminamos cuando él se cambió de escuela.  Mi segunda relación fue poco antes de terminar la preparatoria, con un amigo de Marcus, nunca nos besamos solo andábamos de un lado a otro de la mano, la razón, era homosexual y solo andaba conmigo para aparentar.

Me han invitado a salir muchas veces, pero la mayoría de las ocasiones me pongo tan nerviosa como para contestar lo que hace que piensen que los estoy rechazando y me catalogan como una princesita presumida que se cree demasiado bonita como para perder el tiempo con ellos. Los que tienen el ego por las nubes que me invitan a salir los aburro en unos minutos por que no hablo lo suficiente. Así es como llegue a ser una virgen de 20 años, que está muerta de miedo por estar saliendo con un chavo popular claramente más experimentado que yo.

De solo pensar en eso mis manos sudan, espero que Sebastián no lo note. Intenté bailar, pero estoy segura que fui todo un desastre. Las chicas están discutiendo, pero yo estoy distraída.

La música me empieza a molestarme en los oídos. Pamela no deja de fastidiar a Natalia. <<cuando se piensa callar>>. Odio que se crea con el derecho de molestarnos.

—Ya-ya déjala— tartamudeo, por qué no puedo hablar. Siento la cara roja y solo quiero desaparecer.

Sebastian me abraza, pero no me siento cómoda con tanta gente a mi alrededor.

Sinceramente no me molesta el olor de la disco o la música tan diferente a la que yo escucho, son las personas que me miran, sabía que no debí ponerme este vestido. Por ratos me olvidaba de eso, pero la incomodidad vuelve cuando cualquier persona se me queda mirando.

—Vamos de aquí — me murmura Sebastián al oído.

Ni siquiera lo pienso y lo sigo aferrándome a su mano.

Tengo miedo de acostumbrarme a él, a que me rescate y sea mi caballero de armadura brillante.

Sé que no debo ser así, pero no puedo evitarlo.

Entre besos y engaños. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora