Le había pedido a papá que nos llevara, una vez hecho la compra, él accedió y nos dijo que nos diéramos prisa, pues estaba por terminar su turno en el trabajo y en cualquier momento llamaría para recogernos.

La alcaldía se encontraba en la parte norte de Hillertown, a unos 3 kilómetros, justo donde una espectacular montaña en forma de melón se curvaba como fondo, rodeada de otras elevaciones que se perdían en el horizonte.

Nuestro colegio, por otra parte, se ubicaba en el corazón del pueblo. Al sur, a una distancia de 4 kilómetros, estaban el muy conocido Cementerio Stone y la antigua y también poco frecuentada Biblioteca Sky.

Las dimensiones de Hillertown se expandían a un ritmo sorprendente y más gente adquiría terreno para construir casas, negocios y sitios donde es posible pasar tiempo en completa tranquilidad. Además de eso, los medios aseguran que Hillertown había crecido tanto en población, como en economía y tecnología en las últimas décadas, que poco a poco empieza a tomar forma como una verdadera ciudad.

Deseara que fuese así.

Pues significaba más oportunidades para cada habitante y evitar así tener que abandonar estas tierras y encontrar mejor comodidad en otro lugar.

Mis amigos y yo rebuscamos en un pequeño local, aquel regalo adecuado para Hunter, nos llevó alrededor de media hora pululando entre el gentío que abarrotaba el Fall Center. Logrado eso, subimos al auto de papá y emprendimos la marcha.

Eran casi las dos de la tarde cuando papá estacionó el auto.

—Los estaré esperando aquí, chicos —dijo.

—Muchas gracias, señor Roux —murmuraron Cliff y Hanna.

Papá inclinó la cabeza como gesto de respeto.

—No se demoren, ¿está bien?

—Por supuesto, papá —manifesté, suspirando.

Los tres avanzamos tranquilamente, pero en el fondo yo me sentía muy nerviosa y agobiada, como si fuese la primera vez que visitaba la casa de los Armentrout. La vivienda era de una sola planta, pintada de un color aperlado y no estaba cercada. El camino era una decoración de piedras sueltas y rodeado de flores.

—¿Crees que estén? —susurró Hanna.

—Supongo que sí —dije.

—No sé cómo tienes la valentía de hacer esto —comentó Cliff.

Resoplé, ignorando su negatividad.

Ya en la puerta, presioné el timbre y esperamos, guardando silencio.

No hubo respuesta, como si los propietarios hubieran dejado la casa en un abandono inexplicable. Luego, antes de intentar de nuevo, oímos pasos que se acercaban y finalmente alguien abrió la puerta de un solo tirón.

Era Aline, la hermana de Hunter.

—¿Qué hacen aquí? —masculló con el cejo fruncido.

—Este… yo… nosotros… —titubeé, mis manos temblaban.

—¿Cómo se encuentra Hunter? —me secundó Hanna, dando un paso al frente.

—¿Es posible que podamos verlo? —terció Cliff.

Aline negó con la cabeza.

—Hunter necesita reposo, por lo que les pido amablemente que no lo molesten —respondió, aunque había un deje de fastidio en su voz. Se disponía a cerrar la puerta, pero yo no la dejé hacerlo, aferrándome al marco de la misma.

—Por favor, no nos quedaremos mucho tiempo…

Aline usaba su propia fuerza para empujar la puerta, aun cuando mi rostro estaba pegado a pocos centímetros de la madera.

—No insistan, las visitan no están disponibles, por ahora —repuso ella con aparente calma. 

—Déjenme verlo, por favor —le supliqué, con los ojos escocidos.

Aline negó de nuevo, esta vez sus ojos azules emitieron un brillo que significaba peligro y que debíamos hacerle caso.

—¡Váyanse o llamaré a la policía! —tronó la hermana de Hunter.

Retrocedí varios pasos, estupefacta.

Hanna me tomó del brazo y emitió un grito ahogado.

Los labios de Aline temblaron y por fin cerró la puerta en un chasquido fuerte.

Sentí como si algo estuviera creando una fuerte presión en mi pecho, con creciente dolor y el resultado era insoportable. Y en medio de todo aquello, hubo un atisbo levemente en el rostro de la chica: confusión, tristeza, seguido de ansiedad, a mitad de irreconocibles arrugas y una mueca cruel, que me hería profundamente.

Salí corriendo, deseando estar en casa.

Pasé el resto de la tarde llorando en mi habitación, implorando que la noche no llegara, pues empezaba a traer consigo una amenaza hecha sombra que no tenía una forma exacta y sabía, además, que nunca me dejaría en paz.

La asíntota del mal [#1] - ✔Where stories live. Discover now