Cap.40

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Fue como si alguien los golpeara con mucha fuerza, sintieron un frio chocar contra ellos apenas salieron del teatro, era un viento helado y tortuoso. 

- ¡Su Puta Madre!.- grito la capital abrazándose para intentar no sentir la helada, aunque era en vano, era como estar en una tina con hielo.- ¡¿qué verga paso?! ¡Hace rato no hacia tanto frio!

- Seguro nevó un poco.- contesto el moscovita mirando el cielo, no había nubes cerca, se miraba aun azulado, casi obscuro, así que el viento trajo a el frio de otro lugar.

- ¡Vámonos a la verga!.- CDMX comenzó a caminar de regreso a el hotel donde se hospedaban, sus demás hermanos le siguieron sin rodeos, al igual que los dos rusos. Habían salido de la calidez del teatro a un clima violentamente fresco, lo que menos querían ahora era pescar un resfriado. 

La excursión en el teatro termino siendo bastante agradable para todos; lo que inicio con una pelea y mala mañana, acabo convirtiéndose en un convivio relajante y divertido tanto para los mexicanos como para los rusos, algo que sin duda les gustaría volver a repetir en otra ocasión.

- Oye wey...- llamo Sonora a Edo.Mex.- ¿No te ha hablado mi 'apá?.- el menor de estatura saco su celular para verificar y responder la pregunta, no tenia ninguna llamada reciente de su padre.

- N-No...debe estar ocupado...- contesto regresando su celular a su bolsillo junto a su mano para que esta no se congelara.

- "Deben".- corrió Oaxaca entrando en la conversación.- El señor Rusia aun esta con él ¿Qué no?

- ah si cierto...- Respondió Edo.Mex confirmando lo que dijo en sureño.

Dándose cuenta a los pocos segundos lo que podría estar pasando realmente. Edo.Mex con rapidez volvió a sacar su teléfono para marcar a su padre.

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Ambos estaban sentados en un tronco caído, mirando como el sol se ocultaba dando paso a colores rojizos. Rusia ahora se sentía con un peso menos, en su corazón solo había alivio, tranquilidad y felicidad absoluta. México estaba igual, tan librado de aquello que mantuvo en secreto tanto tiempo, al fin le daba una paz inigualable. El ruso miro de reojo a su acompañante, sus ojos resplandecían de sobremanera con los tonos que el cielo brindaba, aunque podía notar un sonrojo en su rostro. Miro unos segundos abajo notando la poca lejanía que había entre sus manos, regreso sus ojos a el frente mordiendo levemente su labio concentrándose en sus siguientes acciones; acerco de forma lenta y  despistada su mano a la del latino, toco con la yema de sus dedos los ajenos sintiendo como estos se sobresaltaban levemente, pero que no le negaron su cercanía.

México percibió ese débil tacto que le dio una sensación con la que ya estaba familiarizado en su vientre, pero no se aparto en lo absoluto, al contrario, queriendo seguir con esa conexión, deslizo su mano hasta quedar un poco debajo de la mas grande. El euroasiático termino su acercamiento entrelazando los de dedos de ambos. El mexicano ya no resistió esas mariposas en el estomago que le pedían más de ese cariño, se dejo caer a el hombro del ruso con gentileza para seguir recibiendo amor. 

Rusia comprendió que el espacio de los dos les era inservible ahora, recargo su mejilla en la nuca del latino respirando su aroma y experimentando más de ese enamoramiento, era como deshacerse de grandes y pesadas cadenas.

Estuvieron así hasta que el cielo obscureciera por completo indicándoles la hora de regresar a su refugio.

Aun en silencio y con sus manos juntas ingresaron a la cabaña que ya los esperaba con un clima caliente producto de la chimenea encendida. Al ya no saber que más hacer o a que recurrir, solo se quedaron parados observando la luz del fuego.

¡Cambio De Planes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora