venganza.

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MAL'S POV:
—bien.—accedí en desconfianza, preparándome para cuidar cada paso que daba—llévame con ella.

la chiquilla tomó mi mano para guiarme hacia quién sabe dónde, pero yo me zafé de ella con agresividad, y ella me miró con una sonrisa.

volteó la cabeza a ver a la reina grimhilde, y que levantó una ceja y, junto con su asquerosa cómplice, soltó una risita. se burlaban de mí, de mi amor por alguien, porque ellas no tenían ni una pizca de amor en su corazón; aún así, tuve que mantenerme serena para no volverme loca del enojo y destruir todo, perdiendo el tiempo que podría estar usando para salvar a mi princesa.

sólo caminó fuera del lugar, llevándome a la terraza en donde mis amigos y yo solíamos subirnos una que otra madrugada a tomar y celebrar cada vez que veíamos por televisión que algo malo pasaba en auradon.

caminando detrás de ella, apreciaba cómo el lugar estaba peor de sucio que nunca; habían telas de araña por todas partes, ratas muertas, mierda de pájaro, entre otras cosas que en serio prefiero no recordar.

pero era al fondo de la terraza donde estaba lo que en realidad importaba.


NARRATOR'S POV:
cerca a las esquinas del asqueroso lugar, había algo con forma de caja deforme tapado con un manto. mal no estaba muy segura de qué podía tratarse, pues la última vez que vio a evie, no tenía forma de caja.

no había visto la manzana envenenada en su habitación antes de partir, así que a mal no se le ocurrió el hecho de que grimhilde tuviera muy pocas ideas.

—¿estás preparada?—lizzie tomó la esquina del manto, forzando drama y pérdida de tiempo. mal cerró los ojos con fuerza, y, apretando la mandíbula, sacó la navaja de nuevo.

—¡quita la puta sábana de una vez!

antes de que pudiera terminar, la chica pelirroja tiró del manto, revelando así un ataúd de vidrio tal y como en el que blancanieves se había encontrado años atrás, con sus enanitos y los animales que tanto la querían llorando su muerte.

la diferencia era que, en vez de estar blancanieves, estaba evie, su mejor amiga, su princesa.

su mirada no podía separarse del rostro de evie; era totalmente blanco, el blanco más claro de los blancos. sus labios estaban secos y tan pálidos como sus largas pestañas, al igual que lo que alguna vez fueron mechones de azul oscuro portando una tiara, como la princesa que era.

quise pensar que era simplemente un cambio de color como efecto de algún tipo de poción que la dormiría un buen, buen rato.

pero al ponerme de cuclillas para constatar si se movía, no la vi respirar.

¿iba a llorar desconsoladamente? sí.

pero no en el momento.

en auradon nos habían enseñado que la venganza no debería ser una opción; lo importante siempre sería perdonar y olvidar.

la venganza no se practicaba en auradon...

pero no estábamos en auradon.

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