la caída.

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11pm, pero yo no pensaba dormir hasta que mal saliera del baño. sí, se me cerraban los ojos del sueño, y el dolor que sentía me ponía más y más cansada con cada segundo que pasaba.

muy pronto caí en la cuenta de que mal estaba en el baño, pero estábamos en completo silencio. sólo se escuchaba uno que otro quejido dolor de mi parte, porque de sólo quejarme de dolor, me dolía aún más. pero fuera de eso, estábamos en completo silencio, sin siquiera escucharse un intento de sollozo o una respiración agitada.

los doctores habían dicho que la más mínima incomodidad podía aumentar mi fiebre y que necesitaba cuidado todo el día, todos los días.
¿importaba?
parece que no.

"vamos, evie. puedes hacer esto. por mal."

tomé aire profundamente, e intenté sentarme en el borde de la cama lo más veloz que pude, para así no sentir un lento dolor. no fue la mejor idea que he tenido, porque estoy segura que ha de haber dolido el triple de lo que habría hecho sentándome lentamente. pero bueno, ya estaba.
cerré los ojos con fuerza y sentí que mi labio inferior, tan seco como los síntomas aseguraban, había comenzado a gotear sangre de lo fuerte que lo había mordido para aguantar un quejido de dolor. tomé un pañuelo del primer cajón de mi mesa de noche y tapé la pequeña herida hasta parar el sangrado.
dejé el pañuelo sobre la mesa de noche. una vez más, cerré los ojos con fuerza y apreté la mandíbula, y con la iota de fuerza que me quedaba, no sé cómo me paré.
mareada y adolorida, me agarré de todo lo que tenía a la mano para caminar lentamente hacia el baño.
maldita sea.
la fuerza del amor.

—¿mal?—toqué la puerta, pero nadie me respondió. si gritaba su nombre, despertaría a mis vecinos de cuarto, así que sólo recé al cielo para que la puerta estuviera abierta, y, para mi suerte, lo estaba.

mal se había quedado dormida sentada en el piso. se veían rastros de lágrimas negras en su rostro, y yo no podía dejarla ahí, por muy débil que estuviese.
me agaché como pude, aguantando un zumbido de dolor con un apretón de dientes, y empecé a acariciar su cabello.

—mal...—le susurré—mal, despierta...

poco a poco fue abriendo los ojos.

—¿evie?—me miró, con una cara totalmente seria, hasta que abrió los ojos como dos platos y tapó su boca con ambas manos del horror—¡evie! ¿¡qué haces aquí?!

—¡shhh!—puse mi dedo índice rozando sus rosados labios con los que había soñado tanto, pero no era momento—¡no grites!—le reproché en un susurro—son las once, y mañana hay clases.

mi amiga sólo me miró con pena y soltó un suspiro.

—¿por qué estamos en el baño?—se incorporó y me tomó de las manos para ayudarme a que me parara yo también.

—yo estaba hablando con lizzie, y llegaste; gritaste que estabas bien y te encerraste aquí, y me rehusé a dormir hasta que salieras de aquí.—le fui explicando, y bostecé con los ojos entrecerrados—pero te juro que este momento ya no puedo má...

y me desmayé una vez más.

MAL'S POV:
—pero te juro que este momento ya no puedo má...

evie estaba por caer al piso, y yo tuve la maravillosa idea de, en vez de agarrarla de los hombros para que no se caiga, poner mis manos tras su cabeza para que no se golpeara la cabeza al caer.

"bravo, mal."

y obviamente, debido a mi gran idea, yo caí encima de ella.

yo jadeé de la impresión. agradecí al cielo porque evie jamás recordaría que esto sucedió, y yo no tendría que pasar ningún tipo de vergüenza.

saqué mis manos lentamente de detrás de su cabeza, que cayó ligeramente al piso, sin sonido alguno.

pero en vez de pararme, sólo me apoyé en mis manos y me quedé ahí, viéndola.

no parecía ella. evie, MI evie, sin maquillaje, sin sonrisa, sin la energía tan alegre que siempre cargaba consigo y que era tan suya.
la quería tanto, me quería tanto, y yo la había estado tratando tan mal sin darme cuenta. estaba siendo la peor amiga del mundo, y ella no me había dicho nada por no hacerme sentir mal.
yo no merecía tener a esa chica en mi vida.
y aún así, ahí seguía.
siempre a mi lado.

—evie...—una lágrima cayó en su mejilla, y la limpié suavemente con mi pulgar.
no sabía cuánto tiempo había pasado, y yo seguía ahí, en el piso, con ella desmayada y yo pensando en todo el mal que le había hecho, preguntándome si esa fiebre que tenía podría ser mi culpa de alguna forma—perdóname.

ahí, en el mismo piso, le abracé. sabía que estaba débil, aunque estuviera desmayada, así que no lo hice con fuerza; cambié la fuerza por el tiempo. me quedé ahí por lo menos diez minutos, mojando su pijama con mis lágrimas.

al separarme de ella, me arrodillé y la acomodé en mis brazos para cargarla hasta su cama. una vez ahí, me dispuse a taparla, pero me sentí tonta al darme cuenta que sólo sentiría más calor. así que sólo la recosté ahí y le di un beso en la frente, sin importarme su sudor.

camino a mi cama, sorbí la nariz y me mordí el labio para aguantar un nuevo sollozo.

al recostarme, fruncí el ceño y por tan sólo un segundo, mis pensamientos se desviaron a un nuevo tema.

¿quién era esa tal lizzie, y cómo era posible que ella le hubiera hecho sonreír, y yo no?

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