llévame con ella.

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NARRATOR'S POV:
yyyyy, la había encontrado.

de acuerdo, quiero que recordemos un par de cosas.
uno; lizzie era prácticamente aún una niña. no de las niñas que duermen con ositos de felpa, claro está, pero las estrategias malvadas que solía planear eran, bueno... mierda. después de todo, era una chiquilla, y sobre todas las cosas, no era mal. los planes malignos de mal siempre funcionaban porque, después de todo, su madre era maléfica, la puta dueña del mal.
dos; la reina malvada jamás le dijo a evie que era hermosa; sólo se dedicó a decirle que intentara serlo, y que se casara con un príncipe. así, mostraba que su amor se limitaba a lo bonita que fuese su hija y de quién se enamorara.
y tres; ambas habían olvidado quién era mal y todo lo que era capaz de hacer. al verla como la 'princesa' en la que se había convertido, la vieron débil, asumiendo así que jamás podría encontrar lo que buscaba sin llorarle a ben para que como rey le ayudara.
habían olvidado con quién trataban; trataban con mal, hija de la mismísima maléfica, que incluso siendo mitad vil mitad buena, tenía en su sangre maldad impulsiva y descontrolada.

—¡mal!—lizzie se incorporó, en un intento de ocultar sus nervios y
tan fallido que parecía invisible—¿cómo es que...?

—vaya, vaya;—la reina se paró también, tapando con su cuerpo a la pelirroja loca con la que había planeado el secuestro y envenenamiento de su propia hija, para evitar que dijera alguna estupidez—qué agradable sorpresa. si no es nada más y nada menos que mal. ¿o debería decir, princesa mal?

—par de imbéciles,—mal se acercó a ellas con pasos largos y firmes—¿dónde está?

—wow, mal,—lizzie tomó coraje y se rió, saliendo de su escondite tras su cómplice—no creí que, estando donde estás, seguirías hablando así; es decir, vamos, linda, realeza 101...

—¿¡DÓNDE ESTÁ EVIE?!—les gritó, acercándose a ellas con una navaja que había llevado a la isla. ya saben... por seguridad.

pero ambas habían perdido la razón suficiente como para no temer a la muerte. literalmente, sólo se miraron y se rieron a carcajadas, señalando a mal, burlándose de sus intentos de parecer ruda, después de todo lo que había pasado; después de haber cambiado su outfit de cuero por un vestido de tela blanco con lila.

—¿quieres que te lleve a verla?—lizzie preguntó con la más dulce de la sonrisas. mal no era tonta, y sabía que no podía confiar en la supuesta bondad de una extraña; mucho menos una tan hija de puta.

—no. quiero me digas dónde está.

—lo siento... no puedo decirte dónde está a menos que vengas conmigo.

pelear sería una pérdida de tiempo; ¿cómo sabía si tenía un tiempo limitado para salvar a su princesa, y perdía minutos y minutos tratando de razonar con dos locas?

—bien.—accedió en desconfianza, preparándose para cuidar cada paso que daba—llévame con ella.

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