desaparecida.

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jay y carlos pasaron a mi habitación sin tocar la puerta; llevaban un pequeño taper de plástico con un muffin de vainilla con chispas de chocolate.

—¿y mal?—me preguntó carlos, y lizzie giró su cabeza a verlos.

—supuse que estaba con ustedes...—intenté sentarme, pero el dolor me ganó y solté un gemido de aflicción.

—ni se te ocurra.—lizzie impidió que me moviera poniendo su mano sobre mi estómago.

—la hemos buscado por toda la escuela, y no está por ningún lugar. y cuando digo toda la escuela, es TODA la escuela.—prometió jay, y con el nivel de parkour que se manejaba, sí era probable que se hubiese metido hasta en los lugares más recónditos.

—pero, ¿han buscado fuera de la escuela?—lizzie alzó las cejas.

—bueno, en realidad...no.—jay apretó los labios—y es una gran idea.

—pero es que auradon no es mucho más que esta escuela, la verdad.—carlos observó, teniendo, por desgracia, un toque de razón.

—quizá sea cierto,—jay se encogió de hombros—pero no estamos en una situación en la cual podemos darnos el lujo de asumir dónde y dónde no está.

—tenemos que ir a buscarla antes de que algo malo pase.—carlos dijo a jay, y yo traté de interrumpir, fallando en el intento.

—¡yo voy también!—les aseguré, y lizzie me dio una mirada entre enojada, burlona y preocupada.

—tú no irás a ningún lado, evie.—me reprochó y se incorporó, como toda una audaz e intrépida campeona decidida a salvar a su princesa—porque yo iré en tu lugar. pero podemos hacer videollamada si quieres, para que sea como si estuviéramos juntas.

carlos y jay se miraron, y luego me miraron a mí en sospecha.

—me parece justo.—le di una gran sonrisa. lizzie, siempre dispuesta a ayudarme, siempre preocupada por cómo me sintiera, siempre atenta a cuidar de mí.

para intercambiar números por si algo sucedía, lizzie aprendió los nombres de mis dos amigos.

—jay, hijo de jafar, y carlos, hijo de cruella de vil; ¿correcto?—ellos asintieron con una media sonrisa, y sentí mi móvil vibrar.

—¡genial!—celebró mi amiga—mis llamadas sí te llegan...—la miramos confundidos, y ella se encogió de hombros—es que a veces mi teléfono se pone medio raro. bueno, me voy adelantando; mientras más rápido la encontremos, mejor será para tu salud.

lizzie me dio un beso en la mejilla y se dirigió a la puerta, carlos detrás de ella, y vi cómo se fueron en rumbos separados.

—sí sabes que está enamorada de ti, ¿no?—jay soltó una pequeña carcajada burlona.

yo fruncí el ceño y en mis labios se formó una sonrisa extrañada. lizzie era muy bonita, sí; es más, era muy mi tipo. aún así, el cariño que le tenía no lograba borrar mi amor por mal; si la maldad y frialdad de la isla no lo había logrado, una adorable pelirroja no iba a hacerlo tampoco.
¿cierto?

—nah, jay. sólo somos amigas.—le aseguré, aunque en realidad muy, muy en el fondo, yo tenía cierta duda—parece que me quiere, sí, porque nos hemos vuelto unidas en muy poco tiempo; pero estoy segura que si así es, me quiere como a una hermana.

—evie, yo tengo una hermana, y si me mirara como ella te mira, le tendría que hablar a mi papá.

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