Capítulo 34

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La cabeza de Margo descansaba sobre mi falda y yo acariciaba su cabello sin cesar. Sus ojos cerrados me brindaban algo de tranquilidad y aún me costaba creer que fuera verdad, que ellos verdaderamente estuvieran aquí.

En cuanto ella me rodeó con sus brazos, Cailan y Gus también se acercaron e intentaron hablar con sus padres, pero fue en vano. Me preguntaba quién demonios los había enviado a la cafetería sin ningún tipo de supervisión; claro estaba que no se encontraban en condiciones como para andar solos por la central.

La menor de los Rowell no se quería apartar de mí, por lo que creí que lo más conveniente sería traerla a mi habitación sin hacerle ningún tipo de pregunta hasta comprender mejor la situación. En el transcurso de la espera, ella se durmió sobre mis piernas.

¿Acaso todos los que nos escapábamos de cierta forma de KEK teníamos marcado en nuestro destino sufrir?

¿Por qué demonios Gwendolyn no les había permitido ducharse y dormir antes de enviarlos a la cafetería? Con la noticia que les había dado, de seguro no tenían ni apetito.

La puerta de mi habitación sonó y vi a Cailan adentrarse.

—¿Cómo se encuentran Jules y Donovan? —pregunté en un leve susurro para no despertar a Margo.

Él se frotó la nuca algo nervioso y suspiró.

—En estado de shock.

—¿Cómo demonios Gwendolyn les permitió ir a la cafetería?

Hubiese deseado que hubiese sonado más como una pregunta llena de furia, pero no fue así ya que debía mantenerme en silencio.

—Ella no los envió a la cafetería, sino que a su nueva habitación e iban acompañados de una persona de seguridad —comenzó a explicar y se acercó más a mí —. Gwendolyn les dio la noticia sobre Broc y todos quedaron conmocionados. No supuso que serían un peligro para nadie, hasta que de camino hacia sus habitaciones Donovan golpeó al de seguridad y siguieron su paso hasta llegar a la cafetería.

No me alegraba que Donovan hubiese golpeado a alguien, pero sí que hubiese salido de aquel estado, aunque sea por unos segundos.

—¿Cómo llegaron aquí? —lo interrogué.

—Broc les ordenó que se resguardaran por algún tiempo hasta buscar protección aquí —respondió —. Si me preguntas, creo que es un milagro que hayan llegado aquí en el estado en el que se encuentran.

Ni siquiera quería imaginar lo que debían de haber sido estar abandonados por casi dos meses. En primer lugar, habían estado completamente desamparados dado su estado y, en segundo lugar, el objetivo había sido que no llamaran la atención de KEK para que tampoco los torturaran a ellos.

Todo esto estaba demasiado jodido.

—¿Puedo hablar con ellos? —Su mirada se suavizó un poco y negó.

—Es mejor que les demos algo de tiempo para que asimilen la noticia y todo lo que conlleva.

Asentí.

A mí me había tomado cuatro días encerrada en mi habitación y ni aún así lo superaba.

—Mi madre ya se ha hecho cargo de ellos y tienen más seguridad en su habitación día y noche —me informó y esbozó una dulce sonrisa al ver a Margo dormida sobre mi falda —. ¿Has podido hablar con ella?

Bajé mi mirada y acaricié su mejilla. Se veía tan frágil...

—No lo he intentado.

No la obligaría a que me contara nada. Esperaría a que estuviera preparada y que acudiera a mí como en los viejos tiempos.

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