Capítulo 30

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Sage.

Mi dosis de hierro casi diaria era detestable. Odiaba tener que depender de una inyección para no sentirme como un zombie en los pasillos, pero agradecía que existiera algo como tal y que mi madre pudiera suministrármela.

—Eso es todo, cariño —me informó mientras cubría con un algodón el lugar por donde se había adentrado la aguja en mi brazo.

La imagen de ayer seguía repitiéndose una y otra vez en mi cabeza y no podía dejar de pensar en ello.

—Mamá... —Ella se volteó y me dio una sonrisa —, ¿nunca has intentado hablar con Cailan sobre lo de los abuelos?

Como era de esperarse, aquella pregunta la había tomado por sorpresa. Dio un largo suspiro, metiendo las manos en los bolsillos de su uniforme, y tomó asiento a mi lado.

—Lo he intentado infinidad de veces —comenzó a decir y percibí el tinte de dolor en su voz —, pero él siempre se negó. No hubo ayuda que aceptara...

La terquedad de mi hermano había sido un rasgo que conservaba desde pequeño.

Recuerdo cuando Gus quería un coche de juguete de la feria pero no se animaba a pedírselo a nuestros padres. Como siempre, mi hermano tenía que convertirse en el héroe de todos.

—Si se los dices, estoy seguro que comprenderán —le dijo mi hermano mientras Gus llevaba su cabeza baja —. Es un simple juguete, no un coche de verdad.

—Ellos ya me han dado demasiado —habló por lo bajo aquel pequeño moreno.

—Mamá —Cailan se acercó a ella —, ¿me comprarías el coche de juguete rojo? —se lo señaló y ella se puso a su altura.

—Hijo, cariño... ¿Para qué lo necesitas? Ya tienes muchos en casa. —Gus se movió algo incómodo en su lugar. Su piecito golpeteaba el suelo y sus dedos jugaban entre sí.

—Lo sé, pero quiero ese coche rojo —pidió él, algo insistente —. Podemos regalar algunos de los que tengo para poder hacer lugar para ese.

Mi madre no lucía demasiado convencida.

—Por favor... Haré lo que quieras para que me lo compres.

Mi madre rió y acarició su mejilla —, Trato hecho. Donaremos algunos de ellos y te lo compraré —ella cedió ante el encanto de su hijo —. Sage, Gus... ¿Alguno quiere comprar algo?

Ambos negamos.

Mi hermano se apartó de mi madre y regresó hacia su mejor amigo.

—No tienes que regalar gran parte de tus juguetes para que tu madre compre aquel tonto coche rojo —dijo el moreno con culpa.

—Ya tengo demasiados. Alguien más les dará mejor uso. —En el rostro de Gus se dibujó una dulce sonrisa y abrazó al rubio.

Espero que no sea muy tarde cuando se dé cuenta de todo lo que puede perder por no querer recibir la ayuda correspondiente. —Mi madre acarició mi cabeza.

—Supongo que hablas de Valdine.

Clavé mi mirada sobre ella, asombrada. ¿Cómo era posible...?

—Soy su madre —sonrió —, lo conozco mejor que nadie. La forma en la que la mira, su tonta forma de odiarla y de quererla al mismo tiempo... —suspiró —. Clásico Vaughan.

—Le ha hecho una promesa a Broc. —Ella asintió. Joder, es que no dejaba de sorprenderme. Puede que fuera mi momento de cerrar la boca y oír a mi madre que parecía saber más cosas que yo —. Creo que la ha roto y ha sido en parte por mi culpa.

AVARICIA [+18] © ✔️Where stories live. Discover now