Capítulo 19

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Mi mente regresó a lo que había oído decir a Mitch hoy y no podía evitar que me invadiera una sensación de aflicción.

Dudaba que fuera Jayce o Yuna, ya que los había visto en la fiesta y parecían encontrarse bien. Tragué saliva nerviosa y mi respiración comenzaba a entrecortarse.

De quienes no tenía noticia alguna era de Anya y Broc. ¿Y si alguno de los muertos eran ellos? Mi corazón se detuvo por un segundo. Ya, pero Gwendolyn no sabía que yo los conocía ni tampoco estaba al tanto de nuestra amistad. Tampoco Mitch lo hacía porque él jamás había trabajado en KEK desde dentro, y nuestra relación se había formado por el entrenamiento que me había dado y por lo que sabía de...

Joder.

Mitch sólo había sabido mi relación con uno de ellos.

Detuve mi paso y me apoyé en la pared cercana a mi habitación. Cerré mis ojos y me obligué a normalizar mi respiración.

Puede que fuera hora de que los considerara a todos muertos y así no dolería tanto cuando descubriera quién era realmente la persona a quien había perdido.

—Te estaba buscando —su voz me sobresaltó y me negué a abrir mis ojos.

Perderme en sus perlas sólo me desviaría del único objetivo que tenía.

—No es el momento, Cailan —le dije.

Su colonia llegó a mis fosas nasales como si hubiese sido arrastrada por el viento y maldije a mis adentros. Hasta aquel maldito olor me hacía humedecerme hasta las bragas, joder.

—Puedo hacer que lo sea —susurró en mi oído y su voz tan cerca comenzaba a provocar estragos en mí.

Me digné a abrir los ojos y el brillo de sus ojos celestes ahora se veían opacados por la rojez en ellos. ¿Había estado llorando o había consumido algún tipo de droga?

No te desvíes.

Lo aparté de mí con las ganas que no tenía y me adentré en mi habitación. Cuando estaba a punto de cerrar la puerta en su rostro, la detuvo con su mano y no importaba cuánta fuerza hiciera, me impedía que lo abandonara en el pasillo.

—¿Qué te sucede? —ahora se adentró a mi habitación y cerró la puerta detrás de él — Te he visto hablar con Sage esta mañana. ¿Acaso te ha dicho algo? —Lo ignoré, dándole la espalda.

Cailan se decidía a hacerme todo un poco más difícil de lo que ya lo era. No podía permitir que me dañara de alguna forma, si es que aún eso podía ser posible.

Cogió mi brazo, no con la misma brutalidad de siempre, y tragué grueso. Sabía que no podía contenerme cuando lo tenía frente a mí.

—¿He... hecho algo malo ayer? —aquella pregunta me dolía.

Creyendo que Cailan cargaba con algún tipo de sentimiento humano, no quería que sintiera que tenía la culpa de algo. Sin embargo, sabiendo que no era así y que todo le importaba una mierda, no me privaría de herir un poco su ego para apartarlo de mí.

—Lo de ayer fue insignificante y no quiero continuar con esto —espeté y la seriedad regresó a su rostro como una paliza.

Su expresión facial pasó desde la confusión hasta el enfado, como era de esperarse. Cuando no tenía lo que él quería, se comportaba como un niño pequeño.

—Vete —le ordené y permaneció con su mirada cargada de ira sobre mí —. Que te vayas de mi habitación, he dicho.

Una parte de mí deseaba que, como todo, le valiera madres y se apoderara de mi boca, que me llevara a la cama y que me hiciera sentir tan extraordinaria y deseada como ayer, sentirlo dentro de mí y con sus labios prendidos a mi cuello. Sin embargo, tendría que dejar aquel anhelo para otro momento, o incluso, apartarlo de mi cabeza para siempre.

AVARICIA [+18] © ✔️Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt