Danza de cristales

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—No comprendo del todo las razones de nuestro reciente huesped, la fuerza en el es latente pero no es nada especial, la mitad de los padawans en el templo tenían una intensidad igual— dijo el hombre de rodillas ante su maestro, ya habían tenido conversaciones sobre la naturaleza de su prisionero; Tyranus no entendía el porque tenerlo a bordo solamente con el fin de torturarlo, ni siquiera le habían hecho un interrogatorio, simplemente mantenían al muchacho suspendido en el campo eléctrico a la espera de distintos modos de tortura: descargas electrónicas, rayos de la fuerza, visiones dolorosas, golpes por parte de droides garra, azotes con electro látigos, sueros que le provocaban distintos modos de sufrimiento, etc. Pero nada más —como es su conducta... ¿ha sufrido algún cambio?— cuestionó el Lord Sith haciendo oídos sordos a las dudas de su pupilo —no ha pronunciado ni una palabra, solo tolera el dolor, pero no más— respondió con la mirada baja —esto es extraño... me parece que tendremos que usar un enfoque diferente; entréguele los cristales kyber, solo los cristales. Déjelo sin comida y agua por dos rotaciones— espetó dudoso y a la vez frustrado, ese muchacho le presentaba un gran misterio, uno que a primera instancia no pudo percibir; esa era una habilidad por lo demás rara entre los Jedi, pero más común entre los Sith. Esto podría significar algo, no sabía que, pero algo sin duda.

Está era la treintava sexta rotación desde que había comenzado el ciclo de torturas. No paraban de mancillar su cuerpo y mente, solo sobrevivía  recordando su entrenamiento... Eso y gracias a las dolorosas inyecciones de nutrientes, en las cuales tampoco le daban el lujo de hacerlo de forma indolora; estás eran aplicadas con fuerza, en puntos donde se encontraban las zonas sensibles del cuerpo.

El día de hoy, habían terminado las sesiones con golpes de electro barra de magnaguardia —suficiente— ordenó el conde desde la entrada a la celda, y acordé a la orden de su amo, el droide se detuvo y se colocó detrás del Sith —me sorprende tu tenacidad jovencito, otros Jedi con más experiencia han cedido por menos— pese a las palabras del anciano, el humano no dijo nada, ni siquiera le dirigió la mirada —un regalo, aunque esto en un comienzo te pertenecian— finalizó dejando un paño enrollado en el suelo, y todos dejaron al padawan solo.

—... Habría preferido morir luchando a morir de hambre— dijo Barris dentro del tanque separatista sepultado bajo varias toneladas de escombro, producto de su reciente esfuerzo de destruir la fábrica principal de Pudle en Geonosis —no quiero morir ahora, pero... si la hora llegó, me gustaría haber visto a mi hermano al menos una vez más— respondió la joven Tano sosteniendo la celda de energía y el comunicador —no sabía que tuvieras un hermano— expresó intrigada la miriliana, realmente tenía muchas preguntas sobre su nueva amiga —pues... no es exactamente un hermano de sangre... creo que lo conociste en nuestra ceremonia de selección de maestros, su nombre es Sidarth, el a cuidado de mi y ha estado a mi lado desde que llegué al templo— respondió melancólicamente, desde que vio aquel Dreadnought saltar al hiper espacio, una parte de ella se perdió.

En cada batalla en la que participó después de eso, entrenó con mayor ahínco, sentía que por cada soldado que veía perecer... Era como si también lo hubiera visto morir a él. Todos daban por hecho que lo habían torturado hasta la muerte, y que en una gran muestra de honor y lealtad a la República nunca dijo algo para comprometerlos, pero ella tenía un vínculo en la fuerza que le decía que no estaba muerto, pero que si sufría mucho.

Había transcurrido casi una hora desde que el Sith dejo aquel rollo de cuero frente al humano, a través de las cámaras de seguridad, un droide B1 se le había asignado específicamente vigilarlo, aunque gradualmente este se aburrió hasta casi distraerse de ello. El droide se balanceaba despreocupadamente, hasta que los sensores de movimiento destellaron, llamando la atención del droides —aahhh... ehh señor, la cosa que me dijo que hiciera, está pasando algo con el prisionero— reportó el mecánico a la sala de meditación del conde Dooku —transmitelo a mi ubicación, de inmediato— declaró mientras iniciaba el transmisor de largo alcance —maestro mío— —espero que tenga una buena razón de contactarme, Lord Tyranus— masculló Sidious, no le agradaban las distracciones o los sucesos inoportunos —señor, la transmisión que solicito está lista— —me parece que esta es la reacción que usted esperaba maestro

Ambos cristales se elevaron y comenzaron a moverse de un modo particular, una especie de danza guiada solamente con la Fuerza, el cristal azul frenó de golpe; el carmesí lo orbitó velozmente a la vez que rotaba 129600° en torno a su centro. De pronto, el cristal azul simplemente se dejó caer, y el rojo tomo su lugar dando a luz a un resplandor tan potente que la transmisión fue cortada, lo que puso sobre alerta a Dooku quien se irgió rápidamente pero igualmente detenido por su maestro —dejalo, esto es algo que debe ver solo—

El Sith'ari- Una Historia De Star Wars Where stories live. Discover now