Dathomir

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Sidarth abandonó la atmósfera de Nal Hutta, pero se mantuvo en su órbita momentáneamente, carente de rumbo; con lo que había visto no podía regresar con los Jedi o la república, y menos con la alianza separatista.

Recordó sus visiones, desconocía de un sistema o mundo con el nombre de Atollon o Ach To; Ilum era un sitio de los Jedi donde lo encontrarían tarde o temprano Korriban y Mustafar eran sistemas oscuros donde los Sith lo podrían encontrarlo, solo quedaba un lugar... Dathomir. Por lo que había leído en archivos de la orden, ese planeta era el hogar de las hermanas de la Noche una especie de secta formada por brujas, hasta donde él sabía, ellas nunca habían escogido bandos entre los Jedi y los Sith, tal vez ahí podría tener protección al menos temporalmente.

Preparó el hiper impulsor y así dió el salto hacia el mundo de las brujas.

El maestro Vos tenía un seño raro de ver en él: miedo.

-¿De dónde vino?- espetó de golpe a los dos que lo esperaban afuera -¿A qué te refieres Quinlan?- respondió desconcertado Kenobi -sentí oscuridad en ese lugar, como no creí que existiera desde los Sith- replicó Vos muy preocupado, Yoda suspiro pesadamente -Maestro Kenobi, maestro Vos, acompañarme deben- y así entre los tres se dirigieron a una habitación donde pudiesen hablar a solas; los tres tomaron asiento en los respectivos asientos circulares, el silencio era sepulcral en la sala del templo por los dos que esperaban respuestas sobre el muchacho que parecía implicar tanta importancia -los antiguos sith una profecía promulgaron... de entre ellos para su poder reestablecer un individuo perfecto llegaría. Creímos que Sidarth ese individuo sería por su natural oscuridad- la mente del maestro volvió a ese día abrumado del lado oscuro, la masacre realizada en Moraband y aquel bebé que no veían más que como un medio para concretar venganzas antiguas -y lo trajeron aquí para tratar de recluir o controlar su oscuridad- dedujo Obi Wan acariciando su barba consternado por el alcance, e inclusive la existencia de una profecía Sith que llegase a tal punto de emular la del elegido de los Jedi —Hay que ir a Geonosis, ahora—

La lanzadera aterrizó desplegando sus cuatro patas en el suelo pantanoso y encharcado, de la cual marcharon seis droides comando con blasters en sus extremidades y vibrohojas y en sus espaldas; tras ellos se abrió paso uno de los primeros superdroides tácticos al servicio de la confederación, evaluando la señal del rastreador.

Grievous estaba corriendo un riesgo alto pero considerable al irrumpir en sistemas Hutt, pero aparentemente el niño no tenía la experiencia necesaria para saber que debía retirar el rastreador de toda nave separatista robada.

Grievous estaba corriendo un riesgo alto pero considerable al irrumpir en sistemas Hutt, pero aparentemente el niño no tenía la experiencia necesaria para saber que debía retirar el rastreador de toda nave separatista robada

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Los mecánicos dieron con la lanzadera levemente estancada en el fango y el musgo, con algunas aves y pequeños lagartos caminado y descansando sobre el metal.

El droide de pintura verdosa escaneó el interior de la nave en tanto que los comandos barrían el perímetro en busca de un rastro útil, el sondeo del pensador droide fue breve, extrajo un holo comunicador que enlazó con el comandante Droide —señor, localizamos el transporte robado, pero sin señales de vida dentro, la huella biología indica que no lleva mucho abandonada, además los droides comando localizaron un asentamiento con signos de desastre, cálculo que la probabilidad de que esté relacionado con el sujeto es de 7 a una— reportó el analista, el general meditó brevemente antes de dictar sus nuevas órdenes —hagan un sondeo en el área, reportenme cualquier pista significativa de su paradero— espetó seguido de una breve tos antes de cerrar la comunicación con el escuadrón, sin saber que estaba siendo observado por una sonda de su propio bando.

—Así que el general tiene un indicio en Nal Hutta, veamos si yo puedo ver lo que sus máquinas no pueden— dijo para si con suficiencia, tomo lugar en su caza estelar clase Ginivex con rumbo al planeta Hutt.

Arribó a la atmósfera inferior de Dathomir, y ya había captado la mirada de las hermanas de la noche que contemplaban la imagen de una nave extranjera arribando a su santuario; cuando está aterrizó frente a su templo aguardaron a qué el pasajero descendiera, las compuertas se abrieron y se extendió una rampa hasta tocar el suelo rojizo del planeta y este a su vez sostuvo los pasos de una figura envuelta en un manto oscuro que camino lentamente hasta que las mujeres descendieron de los hydraatis a pocos pasos de él —no son bienvenidos los extranjeros aquí— amenazaron las mujeres apuntando sus hojas y flechas de energía hacia él —humildemente pido audiencia con la gran Madre— contestó suavemente el individuo sin dar la cara —lamentablemente eso no pasara— repuso la bruja preparando su arma para el golpe fatal —¡Alto!— exclamó una voz de ultratumba frenando a las brujas —ese no es modo de recibir a un invitado en nuestro humilde santuario— Madre Talzin hizo acto de aparición entre sus "hijas", las mujeres se inclinaron ante la mayor y el manto oscuro se arrodilló en señal de respeto ante ella —de pie muchacho, esperaba conocerte desde hace 17 años, bienvenido a Dathomir—

El Sith'ari- Una Historia De Star Wars Where stories live. Discover now