El Sith'ari- Una Historia De Star Wars

Verlo morir

Poco a poco fue capaz de abrir otra vez los ojos solo para encontrarse sujetado de manos sobre la cabeza retenido por una especie de campo eléctrico que lo mantenía completamente inmovilizado, abordo de lo que daba la apariencia de una nave separatista; el puente de mando estaba repleto de droides pero no paso por alto el distintivo sombrero marrón y los dedos azules que apenas sobresalían de la silla de mando reservada para jefes militares y comandantes -Bane, desde cuando los cazarecompensas les gusta tomar partido en la guerra, solo que tú contratista este coludido, o es que fuera la cabeza- dijo retadoramente el padawan secuestrado, al menos hasta que una descarga atravesó su cuerpo generándole un corto pero punzante dolor -el que tenga que tenerte a bordo no implica que sea un viaje de placer jovencito, creí que los jedi te habían enseñado respeto- sentenció el cazarecompensas sin dirigirles la mirada al tiempo que se recargaba en en el respaldo de la silla. Recuperarse del torrente eléctrico no había tomado mucho, lo duro del entrenamiento a lo largo de su vida y el hecho de que no había sido prolongada, y cuando el humano realzó la mirada vio un planeta a través del transpacero del puente un planeta de tonos verdes que no podía identificar a simple vista, habían demasiados sistemas similares a lo largo de la galaxia para reconocer uno así con un solo vistazo.

Entonces el chico cerró los ojos y dirigió su mente al planeta esperando algún indicio de a dónde había ido a parar, y porque los separatistas se habían tomado la molestia de enviar una flota entera ahí; una pulsación de la fuerza llamo particularmente su atención, solo un jedi tenía una energía así, entonces recordó lo que la transformista dijo en el templo "Bolla Ropall", ahora concretaba el plan de los separatistas: Cad Bane había robado un holocron de la bóveda jedi, y usaría al maestro rodiano para abrirlo; pero si él fue un simple rehén de último momento para fugarse de Coruscant, porque lo mantenía vivo en el puente y no solo lo enviaba a la zona de detención -señor, nuestras unidades capturaron al jedi y lo están transportando a la nave- dijo un droide modelo B1 -bien, traigan a nuestros invitados a la zona de detención, nuestro joven aquí presente debe ver una cosa-

Los droides lo bajaron manteniendo en su zona de tiro para evitar cualquier intento de escape y como apoyo adicional el alienígena Duros lo sujeto con esposas especiales para retener Jedis -una medida necesaria para evitar inconvenientes- y así fueron a la zona de la prisión un grupo de 4: un cazarecompensas, un padawan secuestrado y un par de droides B2 tras de ellos a modo de escolta. Los cuatro llegaron a la puerta de la celda, y al cruzarla el humano vio con horror el estado en qué se encontraba el rodiano; yacía retenido en un campo eléctrico idéntico al que lo tenía retenido momentos atrás -señor una flota de la República se acerca a nuestra posición, ¿Cuáles son sus órdenes?- el de piel morada enfadado masculló algo entre dientes -¡distráiganlos con el resto de la flota y prepárense a saltar al hiper espacio!- naves de la República, no importaba quien era el que estuviese encabezando el ataque, eso ya lo consolaba, alguien había venido a ayudarlos.

-Tendremos que acelerar las cosas- dijo levantando el sombrero de un golpe ligero de su índice con la mirada enfocada en un aturdido maestro Ropall -escuche maestro jedi, solo necesito que abra este holocron para que pueda combinarlo con su cristal de memoria, nadie aquí tiene que salir lastimado- dijo extendiendo el holocron robado ante el guardián del cristal -nunca- replicó débilmente en consecuencia al estado en el que lo mantenían -bueno, estará en usted y no en mi- dijo presionando un botón en el artefacto de su muñeca dando una descarga a Sidarth similar a la que sufrió en el puente con la diferencia de que está fue más prolongada -¿seguro que vas a dejarlo morir?- dijo repitiendo el torrente eléctrico sobre el humano -señor, tiene una transmisión entrante- dijo el droide B1 en el panel de control de signos vitales del jedi -abrela- contesto sin dejar de ejercer presión sobre el botón -¡¡¡Para ya, bruto!!!- exclamó una conocida voz para el cazarecompensas que inmediatamente detuvo la tortura -me parece que te ordene que lo mantuvieras con vida- exclamó enfadado el encapuchado mientras su imagen era sostenida por el droide B1 -el que se lo entregue vivo no implica que esté ileso, además, debo hacer que este jedi coopere de algún modo-

-Encuentra otro, pero deja al muchacho, o te haré a ti lo mismo que le hagas a él- sentenció venenosamente la figura holográfica que se desvaneció en un momento -cambio de planes joven padawan- dijo ladeándose lentamente hacia el mencionado -ahora tu serás el que habrá este holocron, o serás el responsable de ver al maestro Ropall morir- dijo ahora extendiendo el artefacto en dirección a él; Sidarth perdió el color del rostro  mientras alternaba la vista entre el cubo azul y el maestro jedi agonizante frente de sí, sabía que abrir el artefacto pondría en riesgo a millones de niños y niñas a lo largo de la galaxia, pero no hacerlo condenaría al maestro Ropall.

-Lo abriré- acepto derrotado y resignado; el holocron se elevó de las manos del Duros y giro lentamente en el aire, pero nada más -eso es todo, crees que soy tonto- reprendió Bane molesto tomando el holocron nuevamente -mas te vale que lo abras o verás al maestro Jedi morir en vivo y en directo- amenazó con el dedo sobre el dispositivo -¡ya lo intente no puedo!- replicó temeroso -es una pena- sentenció dando finalmente la descarga -¡¡NO, YA BASTA, BASTA!!- pero aún así el tormento del jedi no se detenía, resolvió volverlo a intentar, pero el resultado se repitió, y Cad Bane no paraba, llegó el punto en qué Bola no soporto más, y la vida abandonó su cuerpo.

-Esta muerto señor- sentenció el B1 ya con el rodiano fallecido a sus pies mecánicos -es una lastima, pudiste salvarlo, pero le fallaste- dijo el cazarecompensas sonriendo maliciosamente poniéndose de cuclillas frente a Sidarth, que no pudo hacer más que soltar unas de las pocas lágrimas de dolor que había dado en su joven vida.