Magia parte II

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La escalinata que parecía eterna concluyó en el peculiar santuario, al ingresar la bruja contempló un corredor con decenas de entradas que revelaban recuerdos de Sidarth; los transitó lentamente solo dando breves vistazos a las memorias, cada una más antigua que la anterior: las torturas abordo de la nave del Conde Dooku, las sesiones con diferentes Jedis, pero llegado a cierto punto, después de su primera memoria: un juego persiguiendo una pelota que era levitada por una maestra Jedi trogruta, la cuál esporádicamente le dedicaba una cálida sonrisa cuando le entregaba la pelota; fue en ese punto que se encontró con algo inesperado por no decir imposible... Decenas de bifurcaciones que a su vez eran obstruidas por imponentes monolitos con diferentes geroglíficos de una lengua que no entendía.

Pese a no comprender la simbología inscrita pudo deducir ciertas cosas tras observar los diferentes monolitos, parecían relatar las hazañas de ciertos individuos, pero aquello no tenía sentido ¿Qué hacían estás cosas en la mente del joven Jedi? Mediante su magia trato de remover los objetos que le impedían el paso, pero estos rechazaban moverse.

En cuanto la magia de Talzin rozó uno de las columnas, estás se rodearon de un intenso poder oscuro manifestado como una jaula eléctrica que al mismo tiempo que los envolvía, se desplazaba a través de la bruma verde hasta tocar a la bruja conectándola con poderosos entes oscuros.


~Hace un día~

El continuo martilleo y las líneas de ensamblaje acaparaban las mentes de los cinco individuos cuyos rostros estaban cubiertos por sus tradicionales túnicas oscuras que supervisaban complacidos el avance de sus planes; en un instante movieron lentamente la cabeza individualmente tratando de ver algo que ninguno podía distinguir —guardias déjenos— hablo una de las figuras a los siete soldados con coraza negra que acordé al comando salieron por las puertas a ambos lados de la plataforma de observación —parece que alguien quiere ver más allá de su memoria, eso lo debe descubrir el muchacho, no le compete a esas brujas— argumentó una de las figuras acariciando lentamente su barbilla, indicando un intenso análisis del reciente suceso —contacta con nuestros "cazadores", que sepan que su destino está en Dathomir—

La corbeta clase Paladín inicio el proceso de aterrizaje, generando una intensa nube que alejaba a las brujas de la nave, mientras el joven seguía postrado en el suelo sin inmutarse ante la nave que continuaba descargando un torrente de relámpagos que formaban una cerca eléctrica en torno al muchacho;  cuando finalmente los motores se apagaron y el tren de aterrizaje finalmente se plantó en el suelo teñido de rojo oscuro.

Los dos maestros se encerraron con la padawan de Skywalker en una bodega casi vacía de uno de los puestos de control instalados en la superficie de Geonosis dejando explicito que no debían ser molestados, el maestro de la joven no entro puesto que no tenía una conección con el muchacho para ayudar con su rastreo, aunque de todos modos el intento de los Jedi no rendía frutos pues transcurrida casi una hora y media no daban señales de tener algún progreso.

Anakin simplemente aguardaba impaciente fuera de la habitación frustrado por qué negaran su participación; aunque estuvo presente en el reporte de Luminaria sobre la búsqueda del amigo de Ahsoka, no tenía la menor noción de porque era tan importante para los Sith, o porque las señales de alarma y una atmósfera de miedo que inundó al consejo cuando se dijo que el joven estaba custodiado por los Lords oscuros.

—General Skywalker, el canciller supremo solicita un reporte inmediato sobre el avance de la invasión— dijo el capitán Rex con su casco de fase 1 sujetado de su brazo derecho —gracias Rex, vamos a la nave para transmitir una comunicación clara— y así ambos se dirigieron al crucero Aclamator apostado a unos metros del puesto.

Con la nave ya posaba en la superficie del planeta, Sidarth por fin se irguió para ver cara a cara a las siete sombras que descendieron de la plataforma ya abierta, colocándose frente a él, estoicas sin emoción o siquiera seño que mostrar al igual que el Padawan —después de tantos años, finalmente estás ante nosotros— dijo la voz de una mujer cuya única parte visible del rostro era una boca y mentón de tez clara libre de cualquier arruga o seña del paso del tiempo,  solo pudo asumir que se trataba de una mujer joven; esbozaba una sonrisa cuyo significado no entendía —¡ustedes no son bienvenidos en Dathomir, váyanse!— espetaron todas las mujeres que les rodeaban apuntando las puntas de sus espadas y arcos de energía hacia los recién llegados.

—Solo hemos venido por lo que es nuestro— dijo otra de las figuras sin alterarse en lo más mínimo —el muchacho vendrá conmigo— exclamó la sicaria de Dooku después de atraer su segunda espada de regreso a ella y apuntar su plasma hacia ellos—tus raíces están con estás brujas, pero tus formas son parecidas a las nuestras, pero más mediocres— repuso otro de los individuos extendiendo su brazo, con ello generó un potente impulso de la fuerza que mando lejos a la mayoría de las brujas, con excepción de la gran madre que invocó su magia para defenderse a ella y su clan —ni siquiera lo intentes bruja, nuestros poderes van más allá de tus trucos e ilusiones— dijeron todas las figuras mientras generaban leves descargas eléctricas de las puntas de sus dedos como amenaza hacia la hechicera.

—¿Y díganme, porqué debería ir con ustedes?— masculló Sidarth a espaldas de los seres oscuros —nos perteneces, tu estirpe es la nuestra, tu mente... la compartimos así como nuestra fuerza— exclamó la mujer dándose la vuelta y en un movimiento veloz lanzo una leve descarga contra él, y aún así, cuando el levantó su brazo, el rayo transitó entre ellos dos de forma natural sin herirlos.

El muchacho contempló semiatónito la naturaleza de ese lazo, después de unos cortos y aún así eternos segundos ambos bajaron sus manos sin mediar palabra alguna —Madre Talzin, no hay necesidad de pelear, le agradezco por su hospitalidad y nos iremos en paz— sentenció Sidarth encaminándose a la nave, con las otras sombras a sus espaldas. Para ese punto las brujas se habían vuelto a levantar y prepararse para pelear, pero su líder freno el acto con solo mover su mano —se irán en paz, no hay motivo para guardarles rencor— esto último hizo ruido en la mente de Ventress —madre, no puedo volver con las manos vacías ante mi maestro, no puedo obedecerla— dijo llena de temor y vergüenza.

—En resumen, toda la invasión está avanzando según lo planeado y pronto abremos terminado su excelencia, una vez que la nave lleve a Poggle a Coruscant— expresó el Jedi al holograma con la imagen de Sheev Palpatine sonriendo al que veía como el Jedi más prometedor de todos —te noto inquieto Anakin, ¿qué ocurre muchacho?— dijo suavemente el antiguo senador de Naboo —un asunto respecto al padawan secuestrado hace un mes tiene inquieto al consejo y a mi padawan, pero nadie me dice más de lo obvio, y no se cómo ayudarlos— respondió haciendo evite su frustración recargando sus manos sobre la holomesa —me preocupa que el consejo no comparta su conocimiento con todos los miembros de su orden, creí que los Jedi confiaban plenamente los unos en los otros, pero supongo que hay cosas demasiado importantes como para generar un riesgo para todos los suyos— respondió cambiando su seño a una muñeca de decepción leve para después mostrar una sonrisa cálida —aunque según reportes de inteligencia de nuestros espías, vieron a la asesina del Conde Dooku en Nal Hutta, y la escucharon hablar sobre el sistema Dathomir, si este muchacho sigue con vida, confío en ti completamente para salvar a ese niño que también es un ciudadano de la república y lo traigas con bien a su hogar— esas palabras avivaron la valentía y el orgullo del Skywalker que terminó la transmisión después de dar su mayor agradecimiento al canciller supremo.

A media galaxia del terreno árido de Geonosis, en el edificio del senado una perversa mente maquilaba cientos de diversos planes de contingencia para los eventos que se presentaban ante él —esta es una carrera por las más valiosas preseas en la galaxia— dijo para sí entrelazando sus dedos frente a su pecho contemplando todo lo que ansiaba que fuera suyo... Y lo quería todo.

El Sith'ari- Una Historia De Star Wars Donde viven las historias. Descúbrelo ahora