65

3.6K 281 9
                                    

Brady y Heather se detuvieron en el aeropuerto. La chica embarcaría en un avión de esa compañía rumbo a Ilsan. No se habían dirigido la palabra desde que habían salido del recinto esa mañana, y a Brady le corroía la culpa, algo que no le gustaba nada. Sheba lo había insultado de todas las maneras que sabía y, el día anterior, _____ lo había acorralado contra uno de los tenderetes para ponerlo de vuelta y media. Lo habían hecho sentir un canalla. Pero ninguna de ellas sabía lo que era tener una hija ni quererla tanto que haría cualquier cosa por ella. Miró enfadado a su hija.

—Haz caso a tu tía Yang, ¿me oyes? Te llamaré todas las semanas. Si necesitas dinero me lo dices, y no se te ocurra empezar a salir con chicos todavía.

Ella miró hacia delante, con la mochila agarrada firmemente entre las manos. Se la veía tan bonita, delgada y resentida, que a él le dolió el corazón. Quería proteger a su hija, protegerla y hacerla feliz. Daría su vida por ella.

—Te enviaré un billete de avión para que vengas a pasar las vacaciones de Navidad con nosotros —dijo bruscamente. —Quizá podríamos ir a Disney. ¿Te gustaría?

Heather se volvió hacia él con la barbilla temblorosa.

—No quiero volver a verte en mi vida.

Brady sintió un dolor desgarrador en las entrañas.

—No lo dices en serio.

—Ojalá no fueras mi padre.

—Heather...

—No te quiero. Nunca te he querido. —Sin derramar ni una sola lágrima y con la cara inexpresiva, Heather lo miró directamente a los ojos. —Quería a mamá, pero a ti no.

—No digas eso, cariño.

—Deberías sentirte feliz. Ya no tienes que sentirte culpable por no quererme.

—¿Quién te ha dicho que no te quiero? Maldita sea, ¿te lo han dicho los chicos?

—Eres tú quien me lo ha dicho.

—Jamás he hecho tal cosa. ¿De qué diablos hablas?

—Me lo has demostrado de mil maneras. —Se puso la mochila al hombro. —Lamento lo que sucedió con el dinero, pero ya te lo dije. Ahora me voy al avión. No te molestes en llamarme. Siempre estaré demasiado ocupada para ponerme al teléfono.

Se dio media vuelta y se alejó de él. Le enseñó el billete a la azafata y desapareció por la puerta de embarque.

Santo Dios, ¿qué había hecho? ¿Qué había querido decir su hija con que le había demostrado de mil maneras que no la quería? Lo había jodido todo. Él sólo quería lo mejor para ella. Aquel era un mundo duro y tenía que ser exigente con ella o acabaría convirtiéndose en una vaga. Pero todo había salido mal.

En ese momento se dio cuenta de que no podía dejar que se fuera. Sheba y _____ habían tenido razón desde el principio.

Empujó a la azafata al pasar por su lado y se coló por la puerta de embarque dando voces.

—¡Heather Pepper, vuelve aquí ahora mismo!

La alarmada azafata se interpuso en su camino.

—Señor, ¿puedo ayudarle en algo?

Los pasajeros que se interponían entre Heather y él se giraron para ver qué pasaba, pero ella siguió caminando.

—¡Vuelve aquí inmediatamente! ¿Me has oído?

—Señor, voy a tener que llamar a seguridad. Si tiene algún problema...

—Venga, llámelos. Esa chica es mi hija y quiero que vuelva.

Heather casi había llegado a la puerta del avión cuando Brady la alcanzó.

—No pienso tolerar que ninguna hija mía me hable así. ¡Ni hablar! —La apartó a un lado con intención de decirle lo que se merecía. —Si crees que adoptando esa actitud conseguirás volver con tu tía Yang, estás muy equivocada. Mueve el culo, nos volvemos al circo, jovencita, y espero que te guste limpiar porque es lo que vas a hacer de camino a Seúl.

Ella se lo quedó mirando con los ojos tan abiertos que parecían caramelos azules de menta.

—¿Me quedo?

—Por supuesto que te quedas. Y no quiero volverte a oír hablar así. —Se le quebró la voz. —Soy tu padre, y si se te ocurre no quererme de la misma manera que yo te quiero, te arrepentirás.

A continuación, Brady la abrazó y ella le devolvió el abrazo mientras los pasajeros que intentaban subir al avión los empujaban con sus bolsas y carritos, pero a ninguno de los dos pareció importarle. Brady siguió abrazando con fuerza a esa hija que amaba con locura y de la que no pensaba separarse nunca.

Ángel | KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora