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Su marido acabó la conversación bruscamente y se levantó, hablándole con esa calmada y espeluznante voz que ella estaba empezando a temer cada vez más.

—Cuando digo que estés en un sitio a una hora, quiero que estés allí a esa hora.

—Pero sí apenas llego media hora tarde.

Su voz se hizo todavía más áspera.

—No sabes nada sobre la vida real, ¿verdad? Esto es un trabajo, no es como tener cita en la peluquería. De ahora en adelante, te quitaré cinco dólares del sueldo por cada minuto de retraso.

A _____ se le iluminó la cara.

—¿Vas a pagarme?

Él suspiró.

—Por supuesto que voy a pagarte. Es decir, si realmente llegas a hacer algo. Pero no creas que vas a poder comprarte diamantes. Los sueldos en el circo son muy bajos.

A ella no le importó. La idea de recibir un sueldo era emocionante.

—Enséñame qué tengo que hacer. Te prometo que no volveré a retrasarme.

Tae la llevó a la ventanilla que había en el lateral de la caravana y le explicó el procedimiento con voz suave. Era muy sencillo y _____ lo aprendió de inmediato.

—Comprobaré hasta el último centavo —dijo él, —así que no tomes nada, ni siquiera para tabaco.

—Yo no haría eso.

Él no pareció convencido.

—Y asegúrate de no perder de vista el cajón de la recaudación ni un minuto. El circo está al borde de la ruina, no podemos permitirnos el lujo de perder dinero.

—Por supuesto que no lo haré. No soy estúpida.

Ella contuvo el aliento presintiendo que él lo negaría, pero Tae se concentró en destrabar la bisagra de la ventanilla. La acompañó mientras despachaba a los primeros clientes para asegurarse de que lo hacía bien, y cuando vio que no tenía ningún tipo de problema le dijo que se iba.

—¿Vas a la caravana? —preguntó ella.

—Iré cuando tenga que vestirme. ¿Por qué?

—Lo he dejado algo revuelto. —Tenía que volver a la caravana antes de que él viera el desorden que había. Al comenzar con la limpieza, debería haber dejado los armarios para el final, pero había querido fregar a fondo, Así que había vaciado los estantes para limpiarlos primero. Ahora los armarios estaban limpios, pero no le había dado tiempo de volver a colocar las cosas y no había ni una sola superficie en la caravana que no estuviera cubierta por algo: ropa, herramientas o un alarmante montón de látigos.

—Te juro que lo recogeré todo en cuanto acabe aquí —le dijo atropelladamente, —así que no te preocupes si ves las cosas fuera de su sitio.

Él asintió con la cabeza y la dejó sola. Las siguientes horas pasaron sin incidentes. A _____ le gustaba conversar con las personas que iban a comprar las entradas, y en varias ocasiones, cuando las familias le parecían pobres, se inventó un sinnúmero de asombrosas razones para decirles que habían ganado entradas gratis.

Ya se había propagado el rumor de que era la mujer de Tae, y muchos de los empleados del circo se inventaron excusas para pasar por allí y satisfacer su curiosidad sobre ella. Tanta cordialidad extrañó a _____. Reconoció a algunos de los hombres que se ocupaban de los tenderetes, a algunos payasos y a varios miembros de la familia Lipscomb, que realizaba un número ecuestre. Se dio cuenta de que algunas de las chicas tenían que disimular para ocultar los celos que sentían porque ella hubiera logrado pescar a Kim Taehyung; _____ apreció el gesto. Por primera vez, sintió un atisbo de esperanza. Tal vez las cosas resultaran bien después de todo.

Ángel | KTHWhere stories live. Discover now