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—Ya no soy virgen.

_____ sintió que Tae se ponía rígido debajo de sus manos. Sólo entonces se percató de que había dicho su secreto en voz alta.

—¿Qué has dicho? —Tae se incorporó sobre ella con rapidez.

_____ quiso morderse la lengua. ¿Cómo podía habérsele escapado aquello? Había estado tan somnolienta y feliz que había pensado en voz alta.

—N-nada —tartamudeó, —no he dicho nada.

—Te he oído claramente.

—Entonces, ¿para qué preguntas?

—Has dicho que ya no eres virgen.

—¿En serio?

—_____... —la voz de Tae tenía un ominoso tono de advertencia. —¿Lo has dicho literalmente?

Ella intentó adoptar un tono de superioridad.

—No es asunto tuyo.

—Bobadas. —El saltó fuera de la cama, agarró los vaqueros y se los puso como si fuera obligatorio poner algún tipo de barrera entre ellos. Se giró para enfrentarse a ella. —Dime, ¿a qué estás jugando?

_____ no pudo evitar fijarse en que él no se había subido la cremallera de los vaqueros y tuvo que obligarse a apartar la vista de la tentadora V de aquel duro y plano vientre.

—No quiero hablar de eso.

—¿No esperarás en serio que crea que eras virgen?

—Claro que no. Tengo veinticuatro años.

Él se pasó la mano por el pelo y se paseó de un lado a otro del estrecho espacio que había a los pies de la cama. Parecía como si no la hubiera oído.

—He notado que eras muy estrecha. He creído que era porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuviste con alguien, pero nunca hubiera imaginado.... ¿Cómo mierda has llegado a los veintiséis años sin echar un polvo?

Ella se incorporó bruscamente.

—No es necesario usar esa clase de lenguaje. ¡Quiero que te disculpes ahora mismo!

Él la miró como si se hubiera vuelto loca.

Ella le sostuvo la mirada. Si Tae pensaba que se iba a acobardar, podía esperar sentado. Durante los años que había vivido con Lani había oído suficientes palabras obscenas para toda una vida y no pensaba dejar pasar aquel tema por alto.

—Estoy esperando.

—Responde a la pregunta.

—Después de que te disculpes.

—¡Lo siento! —gritó él, perdiendo su rígido control. —O me dices la verdad ahora mismo o voy a estrangularte con las medias y a arrojar tu cuerpo en una zanja al lado de la carretera después de pisotearlo.

Como disculpa no valía mucho, pero _____ no esperaba conseguir nada mejor.

—No soy virgen —repuso con suavidad.

Por un momento, Tae pareció aliviado, luego la miró con suspicacia.

—No eres virgen ahora, pero ¿lo eras cuando entraste en la caravana?

—Puede que lo fuera —masculló ella.

—¿Puede que lo fueras?

—Vale, lo era.

—¡No te creo! Nadie con tu aspecto llega a los veinticuatro años sin echar...

Ella le dirigió una mirada fulminante.

Ángel | KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora