10

1.3K 162 68
                                    

Andrés

Se acerca a mí con paso tímido y, en cuanto se sienta a mi lado, tengo que controlar el impulso de tirarla hacia atrás y hacerla mía de una buena vez. En cuanto vea cómo lo hago, ya no va a querer alejarse de mí. Me doy una cachetada por dentro, en vez de estar haciéndome el difícil para que me ruegue que vuelva a la cafetería, me está hablando y yo ni siquiera la escucho porque estoy perdido en sus labios rellenos moviéndose con rapidez y en sus ojos negros grandes y brillantes que me miran con expresión avergonzada.

—¿Me estás escuchando? —pregunta ella de repente poniendo los ojos en blanco.

—Sí, morocha, obvio.

—¿A ver, qué te dije?

—Que vuelva al trabajo. —Me encojo de hombros. Ella resopla y vuelve a levantarse de la cama.

—Si no te interesa volver, no vuelvas, pero lo único que te pido es que el sábado vayas a la inauguración para hacer el show. Te vamos a pagar, al menos hasta que consigamos a otro artista —dice.

—¿Me van a reemplazar? —cuestiono ofendido. Noto que esconde una sonrisa y arqueo las cejas cuando asiente—. ¿Acaso me ves como una persona reemplazable? Querida, soy Andrés Lezcano, el único.

—Yo creo que te puedo reemplazar por cualquier cantante, me da igual —contesta con tono desafiante.

—No solo me estás ofendiendo, también estás hiriendo mi orgullo y mi autoestima. ¿A vos te parece? Desde que te conozco, solo me decís cosas malas que me lastiman. —Pone una mueca de incredulidad y me pongo de pie para acercarme a ella—. ¿No te atraigo ni un poquito?

—¡Ay, no empieces! —exclama dando pasos hacia atrás a medida que camino hacia ella—. Me vas a hacer recordar el motivo por el que te la paso diciendo cosas feas, me siento mal por decírtelas, pero debo admitir que lo hago para mantenerte alejado.

Choca contra la puerta y aprovecho el momento para alcanzarla y encerrarla con mi cuerpo, con los brazos a los costados de su cabeza. Inmediatamente se pone tensa y noto cómo traga saliva desviando la vista de mis ojos. Tiro uno de sus rulos y me da risa al ver que vuelve a su forma como un resorte.

—Creo que no estás logrando que me aleje —murmuro con tono seductor—. Y menos cuando me venís a decir que vuelva al trabajo, con esos ojitos preciosos, y esa boquita tan perfecta...

Rozo nuestras narices y siento cómo su respiración se detiene. Sé que estoy volviéndola loca, estuve con demasiadas mujeres y sé cómo se ponen cuando las provoco, pero con ella es diferente. Tiene un aire tímido que me encanta y estoy amando torturarla un poquito.

Me gusta hacerme el ofendido y, si bien estaba bastante herido por lo que me dijo el otro día, el hecho de que haya venido a buscarme y tenerla así mejoró mi estado de ánimo por completo. Yo le gusto, de eso estoy seguro, pero no quiere arriesgarse por mi mala fama de mujeriego.

—Yo quiero contigo, morena, te lo pido —canturreo en su oído y rozo la piel de su mejilla con mis labios suavemente.

—Andate con la pelirroja —suelta dándome un pequeño empujón, pero ni siquiera me mueve. Suelto una carcajada.

—¿Estás celosa? —interrogo con diversión. Se cruza de brazos y suspira con cansancio.

—Tengo que volver a la cafetería, Andrés, dejé a Celeste sola.

Ahora sí cruzamos nuestras miradas y la sostiene por un largo rato. Se va poniendo cada vez más colorada y creo que no se da cuenta de que no me intimidan sus ojos. Se hace la difícil, pero el brillo en sus pupilas la delata. Sonrío y la dejo libre, a lo que ella suelta una exhalación cargada de alivio.

Una difícil conquistaWhere stories live. Discover now