51

709 115 37
                                    

Andrés

Pasaron tres malditos meses desde que me dijo ese no definitivo. Y por más que lo intento, trato y trato, no me funcionan ni los chocolates blancos aireados. Todo es un no, un gesto negativo, una mala cara y un bufido.

Ya me cansé, ya me di por vencido, la perdí. La amo más que el primer día, pero ella simplemente sigue diciendo que no.

Algunas veces la encuentro mirándome, pero enseguida desvía sus ojos. Otras veces reacciona a mis intentos y la dejo sin aliento, sobre todo cuando me acerco a sus labios, pero se aleja de inmediato.

Ya no voy a seguir insistiendo.

—Andrés, necesito que hoy reemplaces a José, no puede venir —me dice limpiándose las manos.

—¿Me toca hacer un show? —interrogo sorprendido. Asiente con la cabeza—. Es que justo hoy tengo que cantar en el casamiento de un amigo de mi hermano.

—¿Hoy se casan Vale y Rama? —cuestiona sonriendo. Hago un sonido afirmativo. Ellos estuvieron viniendo la última semana para ultimar detalles y al parecer se hicieron amigos.

—Bueno, puedo cantar algunos temas acá y me voy para allá después, seguro Merlina puede acomodar los horarios —agrego.

—No quiero complicarla...

—Bah, seguro lo entiende. La voy a llamar.

—Gracias.

Mientras salgo a la calle me cruzo con Celeste. Me sigue mirando con un poco de odio, pero al menos ahora me dirige la palabra. Afuera hace un calor infernal.

Aproveché la primavera entera para regalarle flores a la morocha, incluso le envié un ramo de cien rosas para pedirle disculpas, pero al parecer tampoco funcionó. Intenté con un ramo de chocolates, pero lo repartió a todos los clientes. Intenté dejarle notas, pero las tiraba a la basura sin leerlas y todo era no.

Llamo a mi cuñada y le digo que si puede cambiar mi show para un poco más tarde. Me insulta un poco, pero al final termina diciéndome que sí. Creo que es la primera respuesta afirmativa que recibo en meses.

—Listo, morocha, esta noche hago el show y después salgo corriendo para la fiesta de la pareja feliz —comunico. Me mira con reproche, cada vez que le digo morocha se queja, pero no me gusta decirle Evelyn.

—Perfecto. Ah, y recordá que ya podés elegir la fecha de tus vacaciones.

—No quiero vacaciones.

—Ja, ja. Entonces las voy a tomar por vos.

—¿Nos vamos juntos?

Me mira como si estuviera loco. Hernán entra al negocio y suelto un sonido de disgusto, ese maldito no la dejó en paz ni un solo día, lo bueno es que a él también lo rechaza.

—¿Hoy hay show? —le pregunta. Ella asiente y me señala. El tipo me mira y arquea las cejas—. ¿Qué vas a cantar?

—No sé. Hoy tengo ganas de tocar canciones lentas, tengo que ponerme a tono con las canciones que me pidió mi cuñada para la boda.

—¿Se casa tu hermano? —inquiere él. Niego con la cabeza.

—Un amigo, pero mi cuñada es la organizadora. En fin, tengo que seguir trabajando.

Mientras limpio las mesas escucho que ellos se ríen y hago una mueca burlona. Celeste se ríe de mi cara y la veo con expresión sorprendida.

—¿Te estás riendo de mí? —cuestiono. Hace mucho que no me dirigía una sonrisa y eso me alegra.

Una difícil conquistaWhere stories live. Discover now