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Andrés

Al otro día, todo marcha perfecto, tanto que me da miedo.

La morocha habla con Celeste mientras me dedico a destapar el baño. Maldito sea el que tira el papel al inodoro. Termino de limpiar justo cuando Marco aparece con expresión preocupada.

—Nena, tengo que hablar con vos —le dice a su hermana, que rápidamente se acerca hasta él.

—¿Le pasó algo a Dai? —cuestiona asustada. Él niega con la cabeza y luego se encoge de hombros.

—Llamaron de la escuela, Jonathan sacó antes de horario a Dai, y también llegó el correo...

Se van a hablar a un rincón para tener más privacidad. Marco le da un papel, y en cuanto ella lo lee, se le transforma la cara por completo. Niega con la cabeza y resopla con los ojos llenos de lágrimas. Celeste va a ver qué pasó y de lejos veo que la abraza con suavidad.

—No pasa nada, vas a ver que no va a ganar —le dice. Entonces me acerco por curiosidad y leo la carta, es la notificación de Jonathan sobre la tenencia de su hija. Bufo y acaricio la espalda de la morocha con suavidad.

—Tranquila, te voy a ayudar. Te dije que conozco buenos abogados —expreso. Me mira con poca fe pero termina asintiendo.

—Voy a hacer lo que sea para que no me saquen a mi hija, aunque me endeude —replica.

—Voy a mandarle un mensaje a mi papá, a ver si puede pasarme algún contacto.

—Gracias —murmura—. Ahora quisiera saber dónde se la llevó, si la fue a retirar temprano debe estar en su casa...

Se aleja para llamar a Dai. Gracias a que ahora tiene celular, puede mantenerse en contacto con ella. Mientras tanto, yo le escribo a mi padre para saber si conoce a algún buen abogado que se dedique a tratar temas de familia. Yo supongo que sí, ya que él ganó nuestra custodia cuando se separó de mamá... aunque según la versión de Ema, mamá nos entregó en bandeja. 

Como respuesta, solo obtengo una invitación a cenar. Suelto un resoplido y termino diciendo que sí. Comer con mi padre es una tortura, le molestan los ruidos al masticar, los codos apoyados, si uno está con la espalda encorvada y si está el celular sobre la mesa. Incluso le molesta cuando corto el pan con la mano y no con un cuchillo.

La morocha despide a su hermano y aprovecho que tiene ese instante de soledad para acercarme a ella.

—¿Te animás a venir a cenar conmigo y con... mi papá? —le pregunto. Me mira con el ceño fruncido y rasca su ceja con expresión pensativa—. Me invitó a mí, pero si vas puede que entienda mejor la situación.

—No quiero molestar... —susurra.

—No molestas para nada, solo le aviso que voy acompañado y ya está.

—Bien, bueno...

—Lo único que te debo advertir es que él es muy anticuado. Te voy a tener que presentar como mi novia, porque si digo que sos mi amiga no va a querer colaborar mucho —agrego. Se sonroja al escucharme decir eso y suspira.

—Está bien, no tengo problema. —Esboza una pequeña sonrisa y me abraza con suavidad—. Gracias por todo.

—No es nada, morocha, haría lo que fuera por vos.

—Perdón por hacer que pases esta situación cuando ni siquiera debería importarte, Dai no es tu hija ni nada, pero igual te preocupas...

—No es mi hija, pero es la tuya. Y es una nena muy dulce con una mamá muy fuerte, y quiero que seas feliz con ella porque si ustedes están bien, entonces yo también —contesto tomando sus manos. Sus ojos se iluminan y me da un beso tierno en los labios—. ¿Te contestó la llamada?

Una difícil conquistaWhere stories live. Discover now