30

771 112 8
                                    

Camila

Salgo de la cafetería una hora y media antes de lo usual. Celeste y Andrés se ofrecieron a cerrarla, así yo voy a casa a ayudar a hacer el cumpleaños de mi hija, no quiero que mi hermano y su mujer hagan todo solos. Además, tengo que prepararla a Dai.

Cuando llego, hay un olor riquísimo a chocolate, ya decoraron bastante con globos de color violeta y rosa, hay guirnaldas y una piñata de Barbie. Sonrío.

—Gracias por todo —le digo a Marco entrando a la cocina. Está decorando la torta con merengue y confites de colores.

—Mi sobrina merece la mejor fiesta —responde asintiendo con seguridad. Me da un beso en la frente—. ¿Cómo estás?

—Bien, bien. Un poco cansada, pero ya se me va a pasar. Voy a preparar a Dai, en un ratito empiezan a venir sus amiguitas —contesto.

—Dale.

—Por cierto... va a venir un amigo mío. —Me rasco la cabeza y arquea una ceja.

—¿Amigo? ¿Desde cuándo invitas a tus amigos a casa? —pregunta divertido. Me sonrojo y suelta una carcajada—. No hay problema, Cami.

Abro los ojos, me hizo recordar que Andrés todavía no sabe mi nombre, y hoy van a venir todos mis familiares y me van a llamar así. Mierda. Y sí, quizás sea estúpido seguir ocultando mi nombre porque prácticamente lo conozco hace más de un mes y porque hace cinco días que nos estamos matando a besos y jugando a las escondidas, pero el hecho de que no sepa cómo me llamo lo hace un poco más mágico.

—Quiero que me digan Eve cuando llegue mi amigo —digo. Marco se ríe y niega con la estupefacción grabada en su rostro.

—No me digas que no sabe tu nombre.

—Le dije que me llamo Evelyn.

—¡Por el amor de Dios! —grita riendo a carcajadas—. Hermanita, estás loca, pero está bien. Vamos a decirte Eve, de todos modos, no te queda mal.

Le saco la lengua y salgo corriendo para buscar a la cumpleañera. Está jugando a las muñecas y en cuanto me ve su rostro se ilumina y me abraza con fuerza.

—¡Mami!

—Hola, mi amor, feliz cumpleaños —le digo—. Te traje algo.

Busco en mi mochila y saco un vestido de princesa. Su sonrisa se amplía.

—¡Me encanta, mamá!

—Vamos a bañarnos y te lo pongo, ¿dale?

Asiente con ganas y me río. Ojalá se dejara bañar así de fácil todos los días. Luego de  esperar a que se bañe, la ayudo a vestirse, la peino con una trenza muy elegante y le coloco la corona.

—Mi princesa, estás hermosa —comento dándole un beso en la mejilla.

—¿Vos no te vas a vestir de reina, mamá? —interroga mirándome con atención. Niego con la cabeza.

—No, hoy vos sos la que manda. —Le guiño un ojo y me abraza—. Andá a mostrarle el vestido a tu tío.

—Sos la mejor del mundo —expresa antes de salir corriendo y gritar el nombre de mi hermano.

Suspiro y entro a bañarme. Dejo que el agua caliente me relaje y trato de no pensar por un instante. Cierro los ojos y me sobresalto al imaginar que Andrés está detrás de mí, recorriendo mi cuerpo con sus manos y deposita sus besos en mis hombros, mi cuello y mi espalda. Sacudo la cabeza. No puede ser, esto es nuevo. ¿En serio, Camila? ¿Estás teniendo fantasías con un hombre al que apenas conoces? Pero es que besa tan bien...

Una difícil conquistaWhere stories live. Discover now