10. Feliz cumpleaños, Max (Parte I)

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~Dakota~

Me desperté al día siguiente sintiendo a alguien acariciarme el cabello y bostecé sin querer abrir los ojos.

—Dakota, sé que estás despierto. A mí no me engañas —dijo una voz que ya me era demasiado conocida y lentamente abrí los ojos—. Vamos, dormilón, arriba.

Me senté y parpadeé varias veces intentando ver a la persona que me hablaba y, una vez comprobé quién era, sonreí y salté a abrazarla.

—¡Ruth! —exclamé.

—Hola, pequeño.

Ruth era una de las sirvientas de mamá y había trabajado para ella desde que tenía memoria. Solía ser niñera de Max y mía, pues mamá confiaba en ella y así podía irse tranquila a sus viajes, pero ya hacía tiempo que Ruth sólo se dedicaba a las labores de la casa. Para mí ella siempre fue como una madre sustituta, pues era la que jugaba conmigo y me mimaba cuando mamá no estaba para hacerlo. Me conocía igual, o incluso, más que Max, y ya eso era decir bastante.

Hacía tiempo que no la veíamos pues estaba resolviendo unos asuntos familiares y para mí era una de las mejores sorpresas verla aquí.

—¡Te extrañé tanto! —dije, besándola en la mejilla—. Pero es una sorpresa, ¿no estabas con tu familia?

—Sí, lo estaba, sólo vine para el cumpleaños de Max. Volveré a casa en unos días —suspiró—. Los extrañaba a ti y a Max mucho. ¿Cómo está ella, por cierto?

—Bien, como siempre. Ella no cambia.

—¿Hará una de sus fiestas esta noche? Holly me avisó que estaría de viaje.

—B-bueno...

—Sabes que sé perfectamente todo lo que Max hace, cariño. ¿Sigue trayendo chicos a la casa?

Suspiré.

—Sí. De hecho, es probable que haya uno en su cuarto ahora.

—Tienes razón, ella no cambia —rodó los ojos y me sonrió para darme un sonoro beso en la frente.

Me sonrojé. Era bastante vergonzoso cuando hacía eso.

—No hagas eso... —balbuceé haciendo un puchero.

—Tú tampoco has cambiado —me revolvió el cabello—. Sigues siendo tan tierno como siempre.

—¡Ruth!

—Vale, vale —rió—. Y, dime, cariño, ¿cómo has estado? ¿Algún cambio?

—No... —suspiré—. Todo sigue igual con mi amnesia, pero he estado bien —sonreí—. No he tenido días aburridos.

Inconscientemente pensé en Elliot y en lo... agitados que habían sido todos los días desde que había llegado aquí, cosa que —como no—, me hizo sonrojarme.

—¡Ay, mi niño! —exclamó Ruth y me abrazó de nuevo. Parpadeé confundido—. Dime, ¿quién es la afortunada?

—¿D-de qué hablas?

—A mí no me engañas. Lo veo en tus ojos, hay una personita especial —me revolvió el cabello de nuevo—. A ver, ¿quién se robó el corazón de mi pequeño?

Me sonrojé de nuevo y comencé a jugar con mis manos, nervioso. ¿Podría hablarle a Ruth de Elliot? ¿Qué pensaría si le decía que estaba —probablemente— enamorado de un chico?

Sabía que ella era una de las pocas personas —además de Max— en las que podía confiar ciegamente y que, estaba seguro, no me juzgaría. Además, tenía que hablar de esto con alguien que no fuese la rubia molesta que tenía por mejor amiga.

Amnesia [gay/yaoi]Where stories live. Discover now