23. Miedo a perderte.

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~Elliot~

Un día.

Faltaba un mísero día para que Dakota se casase y yo perdiera por completo a la única persona que había amado en mi vida. Ya la había perdido una vez, y no quería hacerlo de nuevo pero, ¿qué opciones tenía? No podía obligarlo a escapar conmigo o a que le dijera todo a la asquerosidad de persona que tenía por padre.

Algunas veces quería culpar de todo a Dakota, lo admitía. Culparlo por no ser lo suficientemente valiente para luchar, pero sé que no es fácil para él y sé que no es su culpa, pues estoy consciente de que escuchar a la persona que más admiras, a tú ideal en la vida, despreciarte y decirte que odia todo lo que eres no es lindo.

Lo sabía, lo había vivido.

Por otro lado y, como si no fuese suficiente tortura, Dakota había estado ocupado toda la semana arreglando las cosas para su boda y asistiendo a cenas de gala, por lo que no había podido verlo más que los pocos momentos en la escuela. Solía hablar con él por horas en las noches, pero esas conversaciones se habían vuelto deprimentes, pues ninguno de los dos sabía qué hacer ni cómo resolver absolutamente nada, por lo que siempre se resumían a Dakota llorando y yo tratando de consolarlo mientas me tragaba mis propias lágrimas.

Lo que teníamos se estaba yendo por el caño poco a poco.

Suspiré y me levanté de la cama con desgano, pues como era sábado no tenía absolutamente nada que hacer además de lamentarme y pensar en cómo sería todo si yo no hubiese hecho lo que hice en el pasado.

Me pasé las manos por el cabello y di un salto al escuchar mi teléfono sonar. Gruñí con fastidio al ver el número de Jackson en la pantalla, como todas las mañanas e, igual que siempre, no contesté, encerrándome en el baño para asearme.

No me molesté en vestirme y bajé a la cocina a prepararme algo, pues no tenía las más mínimas ganas de comer. Un nudo me oprimía el estómago y sentía ganas de mandar todo a la mierda y decirle todo al padre de Dakota yo mismo, pero, de nuevo, no podía hacer eso.

Lastimar a Dakota no era algo que quisiera hacer de nuevo, suficientes veces lo había hecho ya.

Me senté en el sofá mirando el techo, tratando de no pensar en el pasado pero, algunas veces me era inevitable, en especial cuando sentía que se me marchitaba el corazón de la forma que lo hacía.

«Ellos me han golpeado de esa forma varias veces. Estoy acostumbrado, no te preocupes. Pero, ¿sabes?, m-me acostumbré a verte de lejos, pues desde ese día que trataste de defenderme te convertiste en algo así como mi ideal y m-me has gustado desde entonces... Por patético que suene» Su voz resonó en mi mente y apreté los labios para que no temblasen, pues me destrozaba el corazón pensar en esa época y en lo que pudo haber sido de nosotros si nada hubiese pasado.

Escondí el rostro entre las manos y, como siempre, me forcé a no llorar, porque hacía mucho tiempo me había prometido no derramar una lágrima mientras él derramase también. Por mucho que me doliese, si él estaba llorando, yo no iba a hacerlo, pues llorar no arreglaría nada ni haría que su dolor desapareciese, cosa que mi sonrisa, por más falsa que fuera, si podía hacer.

Respiré hondo y el sonido del timbre me sacó de mis pensamientos, haciéndome fruncir el ceño, confundido.

Me levanté y abrí con desgano la puerta, bostezando. Al ver a la persona en el umbral sentí el corazón disparárseme en el pecho y abrí y cerré la boca varias veces, sin saber qué decir.

Me miró de arriba abajo y su rostro se tornó de ese lindo tono rojizo de golpe, haciéndolo apartar la mirada. Inconscientemente, sonreí.

—¡¿P-podrías hacer el favor de ponerte algo de ropa?! —exclamó, frunciendo el ceño y noté que se estaba esforzando bastante por mantener la vista apartada—. ¡¿Que acaso recibes a todo el mundo así?!

Amnesia [gay/yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora