31. De príncipe a plebeyo.

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~Dakota~

—Chico si vas a arrugar el periódico tienes que pagarlo —me volvió a la realidad la voz del vendedor y, temblando, saqué unas monedas de mi bolsillo y se las di.

Ni siquiera vi si le había dado la cantidad correcta.

No podía apartar la vista de aquella primera plana, pues cada palabra me apuñalaba el alma.

Aparentemente habían medios de comunicación el día de la boda, y habían fotografías de lo que había pasado.

Vi mi rostro en las fotos mientras salía de aquella iglesia y jamás pensé que odiaría tanto ver una foto de aquello.

—Dakota... —escuché a Elliot pero lo ignoré, pues me estaba obligando a mi mismo a leer todo el artículo, sintiendo el dolor cada segundo.

«Según fuentes confiables —decía—, Dakota Doncaster, hijo del magnate de Empresas Doncaster, fue desheredado por haber dejado plantada en el altar a su prometida. ¿Las razones? Ni más ni menos, ¡que un amorío con un hombre!»

Gemí, sintiendo las lágrimas mojarme las mejillas al ver la foto de papá, su rostro enojado y sus brazos cruzados sobre el pecho.

«Harry Doncaster —seguía—, dijo a los medios que toda su herencia que previamente estaba dirigida a su hijo, incluido el nombre de su empresa y todas sus propiedades, sería dispuesto a su esposa y a los hijos de sus hermanos, según fuese su desempeño. Doncaster dijo "yo no crié un hijo para que tuviese ese comportamiento, y espero que se de cuenta de todo lo que ha perdido por ir contra la misma naturaleza". Palabras fuertes de un padre a un hijo»

Sentí el nudo en la gargante impedirme respirar adecuadamente y ya no me importaba la cara de fastidio con la que me observaba el vendedor, ni los transeúntes en las calles, sólo podía escuchar la voz de papá diciendo esas palabras frente a una cámara.

Podía imaginar a sus socios decirle que había hecho bien al echarme, que era una abominación, podía verlo sonriendo fingiendo que estaba decepcionado.

«No se tiene información de la persona con la que el hijo de los Doncaster tiene su amorío, ¡pero esta investigándose» finalizó el artículo y finalmente levanté la mirada, encontrándome con los preocupados ojos de Elliot.

Y, arrugando el periódico en mis manos, simplemente me lancé a su pecho y sollocé, sintiendo sus brazos rodearme y acariciarme el cabello.

Lloré por quién sabe cuánto tiempo, por la frustración, por el enojo y la impotencia, por la mirada del hombre del hotel que me rechazaba para, incluso, buscar un trabajo.

¿Me rechazarían en los demás sitios también por culpa de este artículo?

Mientras se iban secando las lágrimas e iba quedándome en ese vacío silencio de tristeza, sintiendo sin sentir realmente, comencé a notar la manera en que las personas en la calle mi miraban.

Algunas con lástima, otras con asco, otras con gracia.

Y las odié a todas.

«¿Será ese el chico por el que lo desheredaron?», «Pobre chico, sin dinero y siendo como es, que desperdicio. Dios libre su alma», «Bien hecho por su padre, que asco»...

Y seguían.

—V-vamos a..., a casa —sollocé, volviendo a sentir lágrimas en mis mejillas y Elliot simplemente sonrió, sin decir nada y, enredando sus dedos con los míos comenzamos a caminar calle abajo.

Amnesia [gay/yaoi]Where stories live. Discover now