3. La paciencia tiene un límite.

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~Dakota~

Idiota.

Imbécil.

Manipulador sin escrúpulos.

Llegué a las puertas de la cafetería con insultos hacia el irritante pelirrojo rodando por mi cabeza.

¿Que parte de no que no quería acercármele no había entendido? Bueno, realmente no se lo había dicho pero..., creo que había quedado claro, ¿no?

Recorrí con rapidez toda la cafetería con la mirada hasta que lo vi, entre unos tres chicos más con una burlona sonrisa en el rostro. Respiré hondo intentando con toda mis fuerzas no ir y gritarle improperios en su "linda carita" frente a todos pero no quería formar una escenita ahora.

Bufé y, cruzándome de brazos, fui hacia él. Me le quedé un momento cerca, sin hablar y Elliot ni siquiera notó mi presencia, cosa que no le ayudó a mi enojo.

Carraspeé y los tres chicos se voltearon a mirarme, una sonrisa burlona se plantó en los labios del pelirrojo y me mordí el labio para no gritarle pero le fruncí el ceño con todo el odio que podía proyectar.

—Hola, Dakota —dijo—. ¿Qué te trae por aquí?

—Tengo que hablar contigo —mascullé entre dientes—. Y creo que sabes de qué.

Sus duros ojos rojos me miraron y él sólo asintió; por alguna razón su sonrisa desapareció por completo y se veía extrañamente serio. ¿Qué demonios estaba pensando?

Comencé a caminar fuera de la cafetería con sus pasos detrás de mí pero me forcé para no girarme.

Autocontrol, Dakota. Autocontrol.

Sentí una mirada perforarme la espalda y me volví un poco para ver a Max mirándome con el ceño fruncido. Suspiré. Tendría que lidiar con ella luego.

Llegamos al patio y fui hasta la parte de atrás, la cual estaba extrañamente vacía para ser la hora del almuerzo, pero era mejor así.

Respiré hondo, alineando los insultos en mi mente y abrí la boca para hablar pero su voz me cortó:

—Estoy seguro que de lo que me quieres hablar es completamente estúpido y, supongo, no hablarás de lo que pasó ayer en tu casa.

Me quedé sin saber qué decir un momento y le sostuve la mirada, cosa que me costaba bastante ya que sus ojos me daban escalofríos.

—Mira, idiota... —empecé.

—Elliot —volvió a interrumpirme y me pasé una mano por el pelo intentando que no se me agotara la paciencia.

—Ya, Elliot —suspiré, irritado—. Mira, como ya te dije, no te recuerdo y, la verdad, no me interesa hacerlo. No sé que fuiste para mí ni sé que fui para ti pero ya no me importa. Te lo diré de una manera que te sea fácil entenderlo: no te quiero tener cerca y sería mejor si simplemente hiciéramos como que el otro no existe, ¿vale?

—¿No te interesa recordar nada? —dijo en voz baja pero fuerte—. Mira, no sé que mierdas te habrá dicho la zorra de tu amiga pero-

—No insultes a Max —lo corté, fulminándolo con la mirada—. Y ella no tiene nada que ver. Pero no te llamé por eso.

—¿Qué quieres entonces?

—Eres un maldito manipulador —solté apretando los dientes y él me miró un poco sorprendido pero terminó por fruncirme el ceño.

—¿Qué demonios pasa contigo?

Su tono de enojo me irritó. ¿Por qué estaba enojado? Él es el imbécil, no yo. Le sostuve la mirada y apreté los puños.

Amnesia [gay/yaoi]Where stories live. Discover now