Sueños con él

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Laini

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Laini

—Esto de ser la mejor amiga de la presidenta del instituto tiene sus ventajas —comentó Brenda estirando los brazos sobre su cabeza con tranquilidad—. Sabía que mi elección de tenerte como amiga y no como enemiga es la más acertada que tuve desde que inició el año.

Laini le puso el pie para que tropezara y su amiga la vio mal antes de soltarse a reír.

—Deja de anunciar por todo el instituto que vamos a saltarnos la última clase —susurró tomándola de la mano para apresurarse a salir del lugar donde ambas debían estar en clases.

Caminaron con cautela por los pasillos hasta que salieron del edificio y corrieron al estacionamiento de los profesores para no ser vistas por el guardia que cuidaba la entrada principal. Se podría decir que si Laini salía del instituto a horas no comunes no significaba ningún inconveniente, era inmune a las reglas de Sandra pero que fuese acompañada y luego por Brenda, quien tenía un record de saltarse las clases por su "trabajo" como paparazzi, podría ser un gran problema.

Por eso no estuvo tranquila hasta que consiguieron salir del instituto y dirigirse al centro comercial.

—Es muy extraño que tú quieras ir a un centro comercial y sobre todo en horario de clase —dijo Brenda viéndola con sospecha—. ¿Qué traes entre manos?

—Este sábado es 31 —comentó apresurando el paso.

—¿Halloween? ¿Qué tiene que ver el día de las brujas? Creí que ya tenías tu disfraz.

—No, es el cumpleaños de Martín y como tú tienes mil hermanos hombres imaginé que podrías ayudarme a buscarle un regalo.

La expresión de Brenda cambió y asintió emocionada antes de tomarla de la mano y correr por la calle. Si ella quería ver a su amiga feliz, solo bastaba con incluirla en sus planes. Por eso caminaron de la mano hasta el centro comercial que estaba a unos minutos del instituto.

Puede que no fuese buena idea estar tan cerca del lugar donde se supone deberían estar tomando clases, pero al mismo tiempo consideró que si se presentaba alguna emergencia en el consejo, sobre todo ahora que faltaban unos días para la fiesta de disfraces, podían llegar rápido y los demás no sospecharían nada.

—Primero tienes que saber qué le gusta a Martín, con algo muy básico podemos buscarle el mejor regalo.

—Le gusta el color gris.

—No exageremos en lo básico. Pasas mucho tiempo con él, seguro lo conoces muy bien.

Ella cruzó los brazos y suspiró frustrada.

—No lo conozco en nada, ahora que lo pienso.

—Vamos, debes tener una mínima idea de lo que quieres darle. ¿Algo que pueda llevar consigo? ¿Qué pueda usar? ¿Qué solo él pueda tener?

30 días para enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora