Presidenta del mundo

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Capítulo dos


Martín escuchó un fuerte golpe sobre uno de los pupitres y levantó la vista. Sabía que se trataba de Laini pues era la única alumna que llegaba temprano al salón de clases. Ella siempre llegaba antes que él.

—¿Pasa algo? —le preguntó al verla con la cabeza reposando en la mesa de su pupitre. Su cabello rojo se regaba por todos lados por lo que cuando ella ladeó su rostro se le hizo imposible verle los ojos.

—Sí —se quejó con cansancio—. Se acerca el festival de otoño y debemos reunir los fondos para poder hacer la "tradicional" fiesta de disfraces para octubre en ese mismo festival, pero no tengo idea de qué se puede hacer.

—Pídele ayuda a los otros miembros del consejo —dijo Martín encogiéndose de hombros—, no es tu obligación pensarlo todo.

Ella soltó algo parecido a un gruñido frustrado.

—Soy su presidenta, debo llevar algunas propuestas ante ellos así tendrán un punto de partida.

—Siempre cargas mucha responsabilidad cuando no es necesario que lo hagas —Martín colocó las manos detrás de su cabeza y le habló al cabello de Laini—, deberías tomarte un respiro de ello. Sólo recuerda, el festival de bienvenida, la celebración del aniversario del instituto y la inauguración de los nuevos edificios tuvo mucho éxito a pesar de que fueron planeados en un par de semanas, estoy seguro que pueden pensar cosas mucho mejores para el festival de otoño y la fiesta de disfraces. Todos juntos.

Laini suspiró y levantó la cabeza acomodando su cabello al mismo tiempo para alejarlo de su rostro.

—¿Me estás diciendo que no lleve propuestas al consejo? —le preguntó sonriendo.

—Te estoy diciendo que no te sobre esfuerces —la corrigió.

—Bien —agitó su cabello con una de sus manos y se puso de pie para caminar hacia el escritorio de Martín. Extendió el brazo—. Cafeína, la necesito.

Él le ofreció su taza de café pero estaba negando con la cabeza.

—Eres muy joven para beber tanto café.

Laini pudo haber contestado algo ingenioso pero se limitó a rodar los ojos porque su boca estaba ocupada bebiendo de la taza de su profesor.

—¿Cuántas veces bebes café al día? —le preguntó al mismo tiempo que ella soltaba un suspiró de satisfacción al terminar de tomar.

—Sólo en las mañanas cuando te robo la mitad de tu taza. No sé dónde lo compras pero no he encontrado ese sabor en ningún otro lugar.

Martín sonrió.

—Lo preparo yo, niña genio.

Ella le entregó la taza que ya tenía menos de la mitad del café.

—En primer lugar, tengo 17 años, hace mucho tiempo que dejé de ser una niña, segundo no soy "genio" sólo tengo memoria fotográfica y...

Martín abandonó su pose relajada acomodándose recto en el asiento. Lucía sorprendido.

—¿Memoria fotográfica? —le preguntó incrédulo.

—Sí, es por eso que me es tan fácil recordar todo lo que veo.

—¿Por qué no sabía eso?

—Porque nunca lo preguntaste. Simplemente asumiste que era inteligente porque tengo clases privadas con Sandra...

—Es por eso que no tomas apuntes en clase —dedujo Martín—. ¿Siempre has tenido memoria fotográfica?

El rostro de Laini cambió a uno serio durante un par de segundos, como si la pregunta le hubiese molestado pero después regresó a la normalidad. Martín había notado que eso era común en ella, nunca dejaba mostrar sus emociones abiertamente, era difícil darse cuenta a menos que se le observara con detenimiento.

30 días para enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora