Ignorarme

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Capítulo 08

Puso un pie dentro del salón y al instante Laini se volteó cruzándose de brazos. La saludó con su casual "Buenos días" pero ella le respondió cortante y sin dirigirle la mirada, extrañado se sentó dejando sus pertenencias sobre el escritorio, tomó su termo para dar un sorbo a su café y la observó pensando en qué había hecho para enojarla antes que ella se levantara ruidosamente para verlo de forma acusadora.

—Hoy no vas a hacer lo que te dé tu gana —lo señaló con su dedo índice—. Así que deja de observarme, te lo prohíbo. Si no me haces caso me esconderé de ti y me dejaré ver hasta que acabe el día.

—Eso es trampa —dijo inmediatamente dejando el termo en el escritorio. Laini caminó hasta él y estaba por tomar el café antes de reaccionar dejando caer sus manos a los costados, Martín decidió ignorar esa acción y verla fijamente—. Si te escondes cómo se supone que soy a seguir con el reto, no hagas trampa.

—No es mi asunto, pero no me vas a observar ni ver ni nada, te vendaré los ojos sí es necesario.

—Bien —respondió restándole importancia y apartó su vista de la pelirroja que parecía confundida. Probablemente no esperaba que él accediera así de rápido o fácil pero si su intención era conquistarla debía hacerle caso a sus peticiones, a su manera, pero le haría caso.

Abrió su portafolio y sacó los trabajos que debía entregar a sus alumnos —la mayoría estaba lleno de anotaciones en tinta roja últimamente usaba mucho ese color aunque no señalase errores— también la lista de asistencia y un bolígrafo, pero como aún faltaban más de 20 minutos para iniciar sacó un libro y se puso a leerlo mientras daba sorbos al café. Sintió la mirada de Laini sobre él pero había decidido no verla por ese día así que no pudo regresarle las miradas.

Los alumnos fueron llegando al salón en los siguientes minutos siempre saludándolo al entrar no por obligación sino porque querían hacerlo, a diferencia de los alumnos de los primeros edificios, como maestro no debía hacer comparación entre ellos pero era notoria la educación que tenían desde sus casas cada estudiante. Los del edificio D eran más educados y responsables que los de los edificios A y B que siempre intentaban arreglar todo con dinero, no todos eran así pero sí la gran mayoría, incluso las alumnas eran diferentes, mientras que las del A —algunas— se le insinuaban ya sea por calificaciones o simplemente por coquetear otras del C y D le hablaban amistosamente sin intereses de por medio. Por eso le gustaba dar clases en esas aulas, se sentía más cómodo.

—Profesor, ya terminamos el proyecto de Ciencias y necesitamos un tutor que firme un par de papeles para que nos presten material audiovisual y poder exponerlo la próxima semana ¿Cree que puede ayudarnos? —le preguntaron un grupo de 5 alumnos que entraban por la puerta.

—¿Su profesor de Ciencias no les puede ayudar? —el grupo negó con la cabeza al mismo tiempo y con pena en sus rostros.

—Lamentablemente el profesor tuvo un accidente y se encuentra hospitalizado por lo que estamos solos hasta saber cuándo será dado de alta —respondió uno de ellos con pesar.

Martín pensó unos segundos antes de asentir, los alumnos se habían esforzado mucho en ese proyecto y no le parecía correcto que su esfuerzo no fuese recompensado. Firmó un par de papeles que le dieron y los muchachos salieron con ánimo del salón.

Laini bufó en voz alta y casi podía decir que se había cruzado de brazos y piernas, moviendo uno de sus pies con fuerza.

Iba a ser un día interesante.

* * *

—¿Me dirás por qué estás con este humor? —le preguntó Brenda mientras terminaba de trenzarle el cabello.

30 días para enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora