Capítulo 24: El acostumbrado peligro aún es tentador

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Senix

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Senix

Leo y yo nos separamos, observe sus ojos que tenían un brillo zafiro más oscuro de lo normal, su mirada era intensa y penetrante, me hacía sentir segura.

—¿Que hacen ambos acá afuera?— ambos dimos un respingo al escuchar la nueva vos suave y aterciopelada que adiviné era de Lumina— Oh...

Al parecer calló en la cuenta de la extraña y vergonzosa... pero increíble, situación en la que Leo y yo nos encontrábamos. Como lo espere, la sonrisa pícara y burlona se formó en su blanco y fino rostro.

Leo carraspeó y pasó una mano por su cabello—Estábamos...eh, bueno...

Siendo sincera, nunca había visto a Leo nervioso de esta manera, así que podía imaginar a una mini yo en mi cabeza diciendo Yeiii. Lo que era muy loco e infantil.

—¡Que dicen!... yo eh, lamento haber interrumpido— Lumina dio un pequeño golpe en su cabeza, recriminandose por su error, pero la muy lista aún con su sonrisa de suficiencia— que tonta soy.

—Vaya, esto es nuevo, la fénix blanca más lista que conozco (aunque exageradamente molesta algunas veces)—Leo dijo eso en vos baja y fingiendo una tos que claramente se notó lo que pretendía—, esta diciendo que es tonta, esto queda en la historia.

—Tu calla—reprendió Lumina con una enorme sonrisa.

Me sentí un poco incómoda con el silencio, observando por el rabillo del ojo a Leo que noté también lo hacía y sonreía de forma torcida. Decidí hablar: —Mejor vamos adentro y traigamos a los chicos, creo que ya deberíamos irnos.

—Estoy de acuerdo—acepto Lumina—se está haciendo tarde y tú madrina se puede molestar.

***

Estábamos entrando nuevamente en la casa y esquivando furtivamente la masa de adolescentes que se amontonaban entre sí, inmunes al cansancio.

Lumina y Leo venían a mis lados, la primera lanzándome miradas inquisitiva y sonriendo como si compartieramos un secreto a modo de cómplices, y estaba segura que al fin y al cabo le contaría lo que pasó allá afuera. Leo, por otro lado, parecía más hiperactivo que nunca, sonreía y me miraba más intensamente. Unos chicos que estaban en la entrada de la casa justo antes de adentrarnos más en ella se quedaron viendo en nuestra dirección, supuse que admirando a Lumina y su majestuosa presencia, pero de igual manera Leo se colocó justo enfrente de nosotras a modo de guardaespaldas, intimidando a los pobres chicos que se alejaron lanzando miradas aterradas y confusas ante la imponente figura de Leo y sus ojos que parecían destellaban fuego zafiro.

—¿Estas bien?—pregunto el rubio a mi lado.

—Mejor que nunca, ¿y tú?

La Princesa Fénix |Aeternis #1|Where stories live. Discover now