Día 41

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Desperté, lo primero que se me vino a la mente es Martinus. Lo recuerdo con esa gran sonrisa que siempre me mostraba, logrando que me sienta tranquila. Salí al colegio, sola como en estos últimos días porque ya no tengo a nadie que me acompañe. Federica no puede venir conmigo porque vive en otro vecindario así que debo ir yo sola. Estaba por entrar al colegio hasta que sentí que alguien me tomó por sorpresa y cubrió mis ojos. Se me vino a la mente Martinus pero eso era imposible lo que me hizo sentir mal, esa persona se dio cuenta de que mis ojos se empezaron a poner sollozos haciendo que retire sus manos lentamente de mis ojos.

-Perdóname si te asuste- era Federica, su voz ya estaba grabada en mi memoria. Lo que me hizo sentir aliviada por un momento pero aún así seguía llorando.

-No te preocupes sólo que pensé que era otra persona- baje la mirada porque no quería que piense que sigo mal por él.

-Amiga a mi tú no me engañas, recordaste a Martinus, lo sé- al escuchar esas palabras sentí como mis lagrimas empezaron a recorrer mis mejillas.

-No puedo, lo extraño demasiado- me lanze en los brazos de Federica, necesitaba un abrazo. Ella trataba de consolarme pero no era nada buena haciéndolo, no era esa clase de persona que podría demostrar su cariño fácilmente a otras pero eso no significa que no me quisiera.

-No llores, recuerda que Martinus siempre te dijo que no quería que llores por él.

-Es que no puedo hacerlo.

-Amiga debemos entrar. Todos nos están viendo- levanté la mirada y noté que todos me miraban burlándose de mi. Trate de contenerme y entrar a ese colegio que me traía recuerdos, dolorosos recuerdos.

Federica me acompañó a mi salón y luego se fue al suyo, no tuvimos la suerte de estar en el mismo. Entró la profesora de Historia y plantó su mirada en mi haciendo que no la pueda mirar directamente.

-¿Señorita le sucede algo?- preguntó haciendo que todo el salón regrese a mirarme, eso fue lo más incómodo que me pudo pasar pero trate de no volver a llorar.

-Si sólo me duele un poco la cabeza- escuché como mi voz se cortaba cada que decía una palabra. Me pregunté porque la profesora me dijo eso y recordé que había estado llorado, seguramente tenía los ojos hinchados.

-Deberia ir a la enfermería- esa profesora no era como los demás, ella se preocupaba por sus alumnos.

-Le haré caso- salí de mi salón pero no   fui a la enfermería, ella no podría curar lo que yo tengo. Salí al patio y me senté un momento. Regrese después de varios minutos al salón ya con un mejor aspecto.

Terminó esa tortura y regrese a mi casa porque tenía que estudiar mucho. Teresa me dijo que podía ayudarme pero no quería molestarla, sus padres son muy estrictos y no la dejarían venir; tampoco quería que tuviera problemas.

Narra Martinus

Estoy muy feliz, mamá me dijo que la gira había terminado y Marcus y papá vendrán a verme sólo que no se cuando pero lo importante en que los voy a ver. Tengo tantas ganas de ver a Marcus, quiero contarle todo lo que me a pasado mientras él no estaba junto a mi. Pude notar que mamá también  estaba muy feliz cuando me dio la noticia, ella debe extrañar mucho a papá y a Marcus. Tal vez ellos logren convencerla para que no venda la casa, parece que nadie a llamado nisiquiera a preguntar sobre la casa, eso me pone mucho más feliz porque así podré volver a verla.

En unos minutos debe venir Loren a ver como estoy, eso de cierto modo me molesta pero no puedo enojarme con ella.
Tocaron la puerta, seguramente es ella.

-Puedes pasar- me giré para no verle la cara pero fue inútil.

-Hola Martinus ¿cómo estas?- la forma en que lo decía era muy amistosa pero no me agradaba del todo pero volví a mi posición original y la miré, ese día se veía mucho más linda que los otros, tenía el cabello suelto, nunca la había visto así siempre lo tenía recogido.

-Bien.

-Sabes... algunas veces pienso que no te agrado- dijo y pude notar como su mirada cambio por completo logrando que me sienta culpable.

- No... Sólo que estar aquí me pone muy triste y hace que me enoje por cualquier cosa- trate de hacerla sentir mejor, nunca me gustó ver a las personas tristes.

-Entonces podemos ser amigos?- sus ojos volvieron a brillar y su sonrisa apareció de nuevo.

-Si claro- no estaba muy seguro de lo que dije pero ¿qué podría pasar?

-Entonces cuéntame de ti- se sentó junto a mi dejando todo lo que traía en la mesa.

-No sabría que decirte, no tengo mucho que decir.

-Tal vez acerca de tu novia- escuché esas palabras que me hicieron volver al estado en el que siempre me encontraba, el de una persona amargada que no quede saber de nada.

-No me siento bien, vete- otra vez me giré esperando a que saliera de mi habitación. Sentí como se levantó de mi cama tomado sus cosas y saliendo rápidamente.

No me gusta hablar de ella con personas que apenas conozco, es muy importante para mí como para contárselo a cualquiera. Toda la tarde estuve solo, no sabía en donde estaba mamá, siempre estaba conmigo pero tal vez fue a ver algo que era más importante. Por la tarde empezó a llover muy fuerte y como estaba cansado decidí dormir.

30 días junto a Martinus (Marcus Y Martinus)(Marcus And Martinus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora