Capítulo 29: La Anomalía (2ª Parte)

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Capítulo 29

La Anomalía (2ª Parte)

(En multimedia hay una melodía para acompañar este texto. Vale la pena escucharla a la vez que se lee el texto)

Sergei estaba durmiendo plácidamente  cuando de pronto sonó el interfono de su camarote. El fuerte sonido despertó al teniente, que se llevó un buen susto y se levantó de un salto, con el corazón en un puño.  Con movimientos torpes y casi a tientas, al estar la luz apagada, agarró el auricular y pulsó un botón para dar paso a la videollamada. Una pantalla holográfica se desplegó de la base y en ella apareció el rostro preocupado de Ganzorig iluminando tenuemente con tonos azulados el camarote del oficial.

—¿Qué ocurre Ganzo? —preguntó el teniente con voz monótona y los ojos entrecerrados al ser deslumbrado por la imagen proyectada.

—Señor, siento molestarle, pero creo que debería venir inmediatamente a la cabina —le pidió el piloto con voz nerviosa—.  Los sensores de Svyatogor están mostrando signos de vida cercana. ¡Hay un hombre ahí fuera!

Sergei debido al entumecimiento mental, tardó un poco en reaccionar a las palabras de su subordinado. Sin embargo, cuando comprendió su importancia, sus ojos se abrieron en una expresión de completa incredulidad y un torrente de adrenalina recorrió su organismo, espabilando casi al instante.

—¡¿Un hombre?! ¡¿En ese infierno?! —Exclamó el oficial totalmente perplejo — ¿Cómo es eso posible?

—No lo sé señor, pero el detector de vida lo identificó y para confirmar el dato detuve el vehículo para no alejarme del rastro. Luego, a través de la cámara infrarroja, he podido observar su silueta humana a unos doscientos metros de distancia, dentro de un bosque muerto.

—¿Estás seguro de lo que has visto? —Le preguntó receloso, el teniente.

—Lo estoy viendo en este preciso momento, señor, es espeluznante. No se mueve, y sus signos vitales son difusos, pero Svyatogor lo muestra como algo vivo.

Sergei sintió un escalofrío. Era imposible que un ser humano pudiera subsistir durante más de un día en un ambiente tan hostil para la vida como lo era aquel lugar. Una siniestra idea se le pasó enseguida por la cabeza como la única verdad posible.

—¡Es un pro-human!  ¡Solo un pro-human podría subsistir al frío y a las radiaciones de Yakutia! —Dijo el teniente con una mezcla de sentimientos encontrados que iban desde la admiración por aquellas criaturas, al miedo más absoluto e irracional.

—También lo creo— le contestó el mongol con una voz extrañamente desapasionada.

—Tenemos que investigarlo —le dijo el oficial al piloto—. Espérame que ahora mismo voy a la cabina, si se mueve lo más mínimo haz sonar la alarma inmediatamente y comunica a la tripulación que estamos en estado de emergencia y que se preparen para salir.

Esta vez no hubo respuesta. Tras un par de segundos, extrañado le preguntó.

—Ganzo ¿Me escuchas?

Pero entonces el teniente se dio cuenta de que la imagen que estaba viendo, se había vuelto un bucle continuo que se repetía cada cinco segundos. El oficial se extrañó. ¿Acaso se había cortado la comunicación? De pronto por los altavoces del intercomunicador se escuchó un fuerte golpe, seguido de otros más débiles y seguidos, como si el auricular del interfono en la cabina se hubiese caído y hubiese quedado colgando, golpeándose varias veces contra algo en su balanceo. Una serie de molestos e intensos sonidos de estática le obligaron a apartar un poco el oído del auricular.

A2plus: Esencia Evanescente I y II (YA EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora