Capítulo 40 Ἡ ἀντίθεσις

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Capítulo 40

Ἡ ἀντίθεσις

(La antítesis)


—¿Estás bien, Hans? —le preguntó Ishtar, dulcemente—. Te veo triste, melancólico.

El asesino y la mujer de cabellos verdes se encontraban en una amplia sala blanca, casi vacía, donde solo dos sillas habían sido emplazadas en el centro y un foco de luz justo sobre sus cabezas los iluminaba. En dichas sillas estaban sentados los dos pro-humans.

—Estoy alegre de estar contigo de nuevo —reconoció Hans, cabizbajo—. Tengo muchas preguntas que hacerte.

Los hermosos labios de la mujer dibujaron una expresión condescendiente.

—Pero..., ¿qué te aflige entonces, Hans? —le interrogó la joven—. Aquí estamos, por fin, tú y yo. Nunca nadie podrá volver a separarnos jamás. ¿Por qué, entonces, tienes tanto dolor en el corazón?

Los ojos azul turquesa de Hans se encontraron con la morena tez, sin imperfecciones, del rostro de Ishtar. Al asesino le costaba un gran esfuerzo articular palabras.

—Me duele... Me duele haber fallado en algo que me importaba —dijo con gran desconsuelo el asesino—. Por una vez dejé que los sentimientos contaminasen mi razón y, ahora..., ahora esa chica está muerta. Quizás por mi culpa.

Al escuchar sus razones, Ishtar fijó sus ambarinos ojos en la faz cariacontecida de su muy amado Hans.

—¿Quién era ella? —preguntó la mujer de melena verde—. ¿Quién fue capaz de ablandar tu insensible corazón? ¿Quién en este mundo tendría semejante poder?

—¿Quién...? Una joven ruidosa y molesta —le confesó, Hans, con una leve sonrisa melancólica—. Se llamaba Odelia. Era lo más cercano a una pesadilla.

—¿Y qué le pasó a esa chica? —quiso saber la nephilim.

Hans suspiró. Sus ojos parecieron aguarse en incipientes lágrimas. El hombre tardó bastante en contestar, pero la hermosa mujer aguardó su respuesta con infinita paciencia.

—Unos malditos hades... Ellos la violaron, la golpearon y le dispararon varias veces. Luego... Luego le prendieron fuego a su cuerpo para que quedara irreconocible. Creo... creo que aún respiraba cuando lo hicieron. He fracasado totalmente.

La mujer, al escuchar aquella atrocidad se levantó de su asiento, se acercó a su interlocutor y, con mucho cariño, lo abrazó. El asesino, al instante, se sintió algo reconfortado. Al estar junto a ella, a un igual, de alguna forma sentía que por fin había encontrado su hogar.

—Hans... —dijo ella mientras se apartaba de su lado y se volvía a sentar en su silla—, ¿y por qué tienes miedo?

Al escuchar aquella pregunta el asesino sintió un nudo en la garganta.

—¿Miedo?

—Sí, Hans, creo que tienes miedo —opinó con voz suave la pro-human.

De nuevo, el Ángel de la Muerte se quedó pensativo, en completo silencio.

—¿Qué temes, Hans? —preguntó la mujer de cabellos verdes, mientras con su mirada ambarina parecía ahondar en lo más profundo del hombre.

—El despertar. Temo lo que soy. Lo que puedo llegar a ser —contestó el sicario de Night Carnival—. Por fin pude sentir lo que tanto tiempo había temido, y eso me asusta.

A2plus: Esencia Evanescente I y II (YA EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora