Capitulo 0: La pesadilla de Lisa (edición final)

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Capítulo 0

La pesadilla de Lisa

  

Lisa Easwood, una joven de clase alta, salió del baño con el rostro pálido y su larga melena caoba empapada de agua. Se sentía mareada y su visión se tornaba por momentos borrosa. Caminaba tambaleante, con paso inseguro, apoyando sus delgadas manos en las paredes para no perder el equilibrio. Una mortecina sombra violácea bajo sus ojos daba a su rostro un aspecto enfermizo.  

Vacilante, se acercó a la encimera de la cocina y buscó con su mano trémula un vaso de cristal. Lo llenó de agua y dio un largo trago hasta vaciarlo. No sirvió de nada. La sensación de vértigo no solo no cesó, sino que se agudizó, y Lisa, consciente de lo que se avecinaba, se echó a llorar desesperada. De nuevo volvía a ocurrir, otra vez aquel mundo de pesadillas se cernía sobre ella. Otra vez desearía estar muerta. 

La joven sacó un largo cuchillo de un cajón y, fuera de sí, con los ojos vidriosos y apagados, como si la vida se hubiese esfumado de ellos, se acurrucó en una esquina de la cocina, esperando lo que a buen seguro volvería a pasar.

Todo quedó en silencio durante varios minutos y tan solo la agitada respiración de la joven rompía la opresiva ausencia de sonidos. De pronto, un doloroso pitido se adueñó de sus oídos. Era tan intenso que Lisa dejó caer el cuchillo para poder tapárselos mientras gritaba y agitaba violentamente la cabeza, como si sus tímpanos fuesen a reventar. Pero aquel intenso zumbido no solo continuó torturándola, sino que se intensificó más y más.

A punto estuvo de perder el conocimiento; pero, justo cuando Lisa llegaba a ese punto límite de agonía, el ruido se desvaneció y todo quedó en un absoluto mutismo, tan asfixiante que incluso ahogó el inevitable agitar de su excitada respiración, como si de poderosas manos estrangulando sus vías respiratorias se tratase. Ese corto reinado de mutismo dio paso, paulatinamente, a un continuo susurro fantasmagórico que inundó toda la casa y tuvo la cualidad de helar la sangre de la joven. Lisa, aturdida, volvió a escuchar aquellas voces que la hacían enloquecer.

—Lisa... Lisa... Tod... est... va... ter... nar... y... ja.

La joven trató de alcanzar el cuchillo que había dejado caer. Se arrastró por el suelo, incapaz de sacar energía de su cuerpo para incorporarse, y cuando consiguió obtener la improvisada arma, la empuñó histérica y gritó con voz amenazante:

—Malditos, salid ya de ahí... ¿Queréis volverme loca, hijos de puta? ¡Venid! ¡Mostraos ya de una puta vez!

Miles de voces continuaron incitándola, espectrales y distorsionadas, originándose desde un lugar indeterminado, desde todas partes.

—Lisa... Lisa... Todo... esto... va... a... terminar... hoy... Ven..., hija.

Al entender aquella frase, la chica abrió los ojos hasta el punto de que parecía que fuesen a salirse de sus cuencas. Un dolor intenso, originado en su pecho, la obligó a retorcerse y chillar. Comenzó a toser dolorosamente y, al hacerlo, su lengua percibió un regusto férreo. De la comisura de sus labios manaron finos hilos de sangre. El padecimiento se convirtió en una tortura inhumana.

—Tu padre y yo te estamos esperando... 

Un grito agónico pudo escucharse desde el segundo piso del bloque de apartamentos número veintitrés del sector Crescendo, en la zona más adinerada de París. Fue tan horrible y desgarrador que alertó a gran cantidad de vecinos. El silencio que le sucedió llevó a estos a avisar a las fuerzas de seguridad. Cuando la policía llegó a la vivienda de Lisa, nadie contestó a la llamada en la puerta, por lo que la forzaron. Lo que allí encontraron fue el cuerpo sin vida de la joven, sin aparentes signos de violencia, pero con el rostro contraído en una horrenda mueca de terror.

A2plus: Esencia Evanescente I y II (YA EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora