Capítulo 20: Marcados por el Destino (1ª Parte)

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Capítulo 20

Marcados por su Destino.

Cuatro horas atrás...


Un antiguo vehículo de hidrogeno circulaba a una media de cuarenta kilómetros por hora por los intrincados y sucios suburbios del norte de Berlín. En su interior, Boumann y Pierre se afanaban por llegar lo antes posible al lugar donde se encontraba su compañero. Sin embargo no podían ir más rápido debido a la estrechez de algunas calles y las muchas curvas que se veían obligados a tomar.

—Estamos tardando mucho —le reprochó Boumann al francés.

—¡Lo sé! —dijo exasperado Pierre—. ¡Ha sido mala suerte que la maldita calle principal estuviese cortada por obras! ¡¡Por obras!! ¡¿Cuándo hay obras en los suburbios?! —se preguntó Pierre indignado.

—Creo que nunca —contestó Boumann con su habitual seriedad.

Pierre rezongó algo ininteligible y siguió conduciendo lo más rápido posible. Mientras lo hacía, sintió como la radio, que estaba debajo de su gabardina, vibraba. La de Boumann también recibió la llamada.

—Alguien nos llama. Responde tú Boumann, que yo no puedo conduciendo por esta mierda de laberinto.

—Bueno...

Boumann cogió su propia radio y al hacerlo, observó sorprendido que quien llamaba era Patrick. Inmediatamente contestó.

—¡Patrick!, ¿eres tú? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo estás?

Patrick había recuperado el conocimiento hacía solo unos instantes y tenía la ropa destrozada por los impactos no letales de las armas de Creed y su grupo. Su cuerpo estaba lleno de cardenales y le dolía al respirar. Estaba muy magullado y desorientado, y apenas sí podía moverse.

—Sí Boumann, soy yo —dijo el gigantón en tono quejumbroso.

—¿Qué ha pasado? —le preguntó el alemán tratando de parecer sereno aunque estaba lejos de estarlo.

—Daros prisa —les pidió con la voz ahogada Patrick—. Creo que han gaseado todo esto, y está llegando acá arriba, aquí huele fatal.

—¿Dónde estás? —preguntó Boumann preocupado al ver que Patrick les pedía ayuda. ¡Patrick nunca pedía ayuda!

—Os dejo la baliza activada. Estoy en la azotea de un edificio —Patrick tosió varias veces y emitió un ligero quejido—, en frente de la pastelería donde localizamos a esa cosa de pelo —un acceso de violenta tos le interrumpió.

—¡Patrick!, ¿estás bien?

—Joder... Escupo sangre —dijo con la voz muy ronca—. Traedme una máscara de gas o de esta no salgo.

—Ya te la traemos. Tan solo aguanta y trata de buscar refugio en algún lugar. ¿De acuerdo?

No hubo respuesta.

—¿Patrick? ¿Estás bien? —preguntó preocupado Boumann—. ¡Patrick!

Pierre que seguía conduciendo, miraba a su compañero de reojo.

—¿Qué ocurre con Patrick? —preguntó el líder de Crisol.

—Aceleremos, se está muriendo. Han gaseado la zona.

—¡Hijos de puta! —gritó furioso Pierre al tiempo que pegaba un puñetazo al volante. Enseguida hundió su pie en el acelerador del vehículo.

El auto incrementó su velocidad hasta la temeridad, chocando de vez en cuando con pequeños obstáculos urbanos como cubos de basura, papeleras, desperdicios, y tomando las curvas con sonoros y peligrosos derrapes. Finalmente, tras muchos más desvíos, consiguieron alcanzar una calle principal y el vehículo pudo acelerar hasta los cien kilómetros hora. Pierre estaba iracundo y conducía con los dientes apretados.

A2plus: Esencia Evanescente I y II (YA EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora