Capítulo 26: El Ojo de Zeus (2ª Parte)

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Capítulo 26:

El ojo de Zeus (2ª parte)

—Por cierto... Mi nombre es Javier Martínez, jefe del departamento secreto de informática para el control de la información.

El informático extendió su mano a modo de cortés saludo.

Isaac lo miró por encima del hombro, con cierto desdén, e ignoró su mano. Antes de dirigirle la palabra salió del ascensor, pasó a su lado sin siquiera mirarle y observó intrigado aquel lugar. No recordaba haber estado en esa área nunca.

El ascensor le había dejado en frente de una enorme y alta sala muy iluminada por luz artificial, que mediante un intrincado laberinto de paredes prefabricadas de apenas dos metros de altura, estaba dividida en una centena de pequeños habitáculos  cuya función era servir de oficina y dotar de cierta privacidad, a uno o dos empleados por división. Una gran cantidad de material informático de altísima tecnología abarrotaba cada pequeño despacho, con modelos que Isaac no había visto en su vida. Al fondo, tras toda aquella amalgama de oficinas, tecnología y personal, se podían vislumbrar lo que parecían ser altas y numerosas torres de computadoras de hasta cinco metros de altura y unos dos metros de diámetro detrás de un enorme cristal. Había un gran alboroto generalizado, con cientos de expertos informáticos yendo de acá para allá y un murmullo colectivo que resultaba incomprensible. Isaac entonces habló a Javier.

—Mi padre me ha hecho venir hasta aquí. ¿Cuál es la razón? —Preguntó en tono cáustico.

El jefe de informáticos en un principio se sorprendió del poco amistoso tono de voz del vicepresidente, mas pronto se recuperó del impacto inicial y le contestó manteniendo la amabilidad en sus palabras.

—Su padre quiere que vea y analice algo importante en su lugar. Al parecer el señor Walter no tiene tiempo. Está muy ocupado en estos momentos y ha decidido confiarle un secreto que ha guardado durante muchos años. Solo unos pocos estamos al tanto de él.

Isaac, intrigado por tanto misterio, sacó del bolsillo de su blanca chaqueta la tarjeta que le había proporcionado Vincent.

—¿A qué pertenece esta llave? —Preguntó el mandatario al tiempo que mostraba la lámina plástica con las letras ZEUS claramente visibles.

El informático la reconoció al instante y sonrió.

—Si su padre le ha entregado finalmente esa llave es porque indudablemente quiere que lo vea con sus propios ojos.

Isaac entornó los ojos con fastidio. La paciencia no era una de sus virtudes y tanto misterio, sin respuestas que le aclarasen de una vez que estaba pasando, era algo que le exasperaba.

—¿Pero qué es? —Preguntó beligerante.

—Sígame y enseguida le muestro. No puedo hablar de ello aquí. Como le he comentado, solo unos pocos conocemos dicho secreto.

Isaac suspiró tratando de mantener la compostura.

—Está bien, apresúrese, no tengo todo el día.

El informático empezó a caminar a paso acelerado invitándole con la mano a que lo siguiese.

—Sígame, es al fondo de esta sala.

Isaac siguió el rápido caminar de Javier en silencio, con su curiosidad cada vez más acentuada. Para evitar adentrarse en el intrincado complejo de despachos, el guía prefirió dar un rodeo. Al poco llegaron a la enorme cristalera tras la que se podían contemplar las grandes torres de computación alzándose de forma majestuosas por encima de la altura que desde la distancia había calculado en un inicio, pues ahora que estaba cerca pudo comprobar que estás emergían desde dos plantas más abajo.  Javier lo llevó hasta una puerta metálica que había justo al lado de la enorme cristalera. Junto a ella había una serie de abrigos polares colgados de una larga serie de percheros, así como multitud de guantes colocados sobre una estantería. Isaac se fijó en que había un panel numérico al lado de la entrada, con una ranura debajo.

A2plus: Esencia Evanescente I y II (YA EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora