Capítulo 28: Supervivencia (1ª Parte)

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Capítulo 28.

Supervivencia. (1ª Parte)

Svyatogor, un monstruoso vehículo oruga de casi mil toneladas de peso, avanzaba con insólita velocidad  a través del congelado paraje colindante a las ruinas  de la ciudad de Yakutsk, arrasando con su gran peso cuanto se ponía en su trayectoria. Sus poderosos y sofisticados motores de antimateria (uno de tantos logros de la desaparecida A2plus), capaces de generar una potencia de cincuenta mil caballos de fuerza, impulsaban el colosal transporte a más de ciento veinte kilómetros por hora, hundiéndose en la nieve y haciendo temblar el suelo a medida que sus enormes orugas pulverizaban las rocas sobre las que pasaba aquella mole de diez metros de altura,  treinta de largo y unos diez de ancho.

El inmenso móvil blindado se dirigía, atronador, a una vieja estación científica a escasas millas de la urbe que estaban dejando atrás. En ella se suponía que debían aguardar su llegada una serie de eruditos de muy diferentes ramas de la ciencia y la tecnología, para ser evacuados. Estos genios, que representaban la élite del conocimiento dentro de la Unión Soviética, habían viajado hasta aquel remoto lugar para tratar de descubrir cuál era el origen de la nefasta y misteriosa enfermedad conocida popularmente entre el pueblo soviético como  “El Mal de los Cristales Fantasmas”, y que tanto daño había hecho ya en la zona siberiana del país. No tenían ni idea, los tripulantes de aquel vehículo de evacuación, del espectáculo dantesco que se iban a encontrar cuando arribasen a su destino.

—Señor, ya casi estamos llegando —le informó el piloto de Svyatogor al teniente Sergei Mussorgsky, encargado de la misión de rescate.

El oficial, se levantó de su asiento y revisó los indicadores de contaminación exterior. Lamentablemente era demasiado alta.

—Bien, siga a este ritmo —le ordenó —cuando lleguemos activa la sirena para avisar a todos.

—Como ordene señor.

Sergei salió de la amplia y sofisticada cabina de los pilotos y artilleros a través de una compuerta metálica que se abrió a su paso, dándole acceso a un estrecho pasillo que  por su aspecto, pareciera el de un antiguo submarino nuclear ruso de antes de la Guerra del Ultimátum. Estaba cansado, y después de los paisajes nocturnos que había estado observando a través de los cristales blindados de Svyatogor, también algo apesadumbrado. Había pasado casi diez horas acompañando a uno de los conductores en su periplo por las extremadamente frías, oscuras e inhóspitas tierras yermas de la región de Yakutia, atravesando ríos solidificados y enormes cementerios de congelados bosques boreales tan propios de la taiga siberiana. No había sido un espectáculo muy alentador contemplar aquellos parajes nocturnos donde casi nada sobrevivía, salvo quizás bacterias. Y es que una cosa era conocer el tremendo impacto ecológico ocasionado por El Último día de los Vivos a través de libros, fotografías y videos, y otra muy diferente visitar una de las zonas más contaminadas del planeta y ver el desastre que engendró aquel nefasto evento de extinción con los propios ojos.

El oficial, caminando con dificultad por los estrechos pasillos metálicos de Svyatogor—que no dejaba de tambalearse debido al agreste terreno —, se dirigió meditabundo a su camarote privado, en la tercera planta del monstruoso móvil acorazado, para escribir en su libro de bitácora el último informe de cuanto había visto antes de llegar al objetivo. Lamentaba tener que dar razón en él a todos aquellos científicos pesimistas que aseguraban que la vida aún era imposible en el área de Yakutia. No se demoró demasiado escribiendo, tan solo unos pocos párrafos en los que decía:

“Svyatogor se comporta bien en casi todos los terrenos, solo en algunos puntos críticos de difícil acceso nos hemos visto obligados a utilizar los propulsores de empuje vertical, los cuales han colmado cualquier expectativa que pudiéramos tener sobre ellos. De igual forma, el vehículo nos protege adecuadamente de los agentes externos. Ningún componente del equipo de rescate ha mostrado, hasta ahora, signos de contaminación a pesar de no llevar trajes protectores durante el viaje, por lo que los nuevos aislantes del vehículo pueden ser considerados un verdadero éxito.

A2plus: Esencia Evanescente I y II (YA EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora