Capítulo 25 - NUEVO

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En ese momento ir en taxi no fue impedimento para que sacara su celular lleno de brillantes y llamara a casa, probablemente llevaban un buen rato buscándola porque su papá contestó inmediatamente.

—Hija, me tienes al borde de un paro cardíaco ¿Dónde estás?

—Lo siento, papá —se disculpó—. Estaba de compras y no escuché el celular.

—Dime dónde estás y te recojo.

Sara se estremeció tan sólo al ver por el sector por el que iban pasando.

—Voy en un taxi y ya estoy llegando. Pero creo que necesito ayuda, llevo unos paquetes.

Ella escucho que William hablaba con alguien antes de responder.

—Te esperamos abajo.

Sara sacó de su bolso un caramelo Starburst y se aplicó un poco de la 212 Sexy que llevaba ese día, sentía que todo estaba apestando a cigarrillo. En realidad se sentía perdida en aquel sector de la ciudad, era como si el conductor estuviera dando muchas vueltas a propósito, pero en vez de miedo, esta vez se sintió irritada. Sacando nuevamente su celular, activó el GPS e inmediatamente se ubicó en el mapa, afortunadamente ya no estaba tan lejos de casa.

Dalí y el mundo de Alex habían resultado un poco diferentes a lo que había imaginado. Desde que había conocido a Alex, siempre había tenido la idea de que era de esas personas eternamente serias y absortas en su mundo donde personas como ella no tenían cabida, y en parte ese misterio era el que la había atraído. Pero en realidad el mundo de Alex era colorido y lleno de celebración, al recordar la forma en que él había bromeado y bebido esa noche dentro de su refugio llamado Dalí, Sara se encontró preguntándose si algún día podría conocer verdaderamente cómo era Alex, ya que siempre parecía estar lleno de sorpresas.

Sara sintió que su alma regresaba a su cuerpo cuando divisó la zona residencial donde estaba Collina, antes de llegar, sacó un poco más del dinero del que le estaba cobrando el conductor y le pidió que si preguntaban les dijera que venían del centro comercial. Como suponía, su papá la estaba esperando a la entrada con Felipao a su lado.

—Debiste estar muy absorta, tú nunca olvidas el celular —Felipao estaba riendo mientras ayudaba a bajar los paquetes.

Sara los miró avergonzada.

—Sí, siento haberlos preocupado.

Su papá, quien también estaba ayudando con los paquetes, dejó uno a un lado y la miró de arriba abajo como asegurándose que estaba bien.

—Sólo... no lo vuelvas a hacer, hija.

Cuando llegaron al Penthouse Erika ya estaba allí trabajando en su laptop, pero cuando Sara farfulló un saludo, ella ni siquiera se movió para ver si estaba bien. Con un suspiro, Sara empezó a llevar paquetes a su cuarto seguida por Felipao y su papá.

—Hija, ya nos vamos —su papá dejó los paquetes sobre la cama y la atrajo a sus brazos, Sara no había sido consciente de lo preocupado que estaba.—. Abajo está tu Mercedes sano y salvo, por favor, no vuelvas a salir en taxi.

 —Lo siento, papá —se disculpó besando su mejilla—. Entonces, ¿ya le compraste el auto a mi mamá?

—Sí, es una Range Rover último modelo —William se encogió de hombros—. Ni siquiera sé para qué puede usar una camioneta tan grande.

Sara supuso que la había elegido sólo para torturar a su papá con el precio, pero William era demasiado despistado para notarlo. Cuando su papá y Felipao se despidieron, Sara se acostó en la única parte de la cama libre de paquetes. En un rato tendría que bajar a buscar una pastilla para el dolor de cabeza que le había provocado el olor a cigarrillo en Dalí, pero a pesar de eso podía decirse que había pasado una buena tarde.

AtrapadaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt