Capítulo 36 - CASTIGO

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Así fue como Sara Smith completó un nuevo día llegando tarde.

Era increíble cómo ni siquiera necesitaba planearlo, siempre sucedía algo. Lo peor era que a ella ya no tendría que importarle, necesitaba alejar sus sentimientos del Santa Sofía, pero la verdad era que anhelaba cada rincón, cada persona que había allí. Diablos, hasta a Emma la extrañaba, ni siquiera sabía en qué momento había empezado a gustarle pelear con ella y provocarla para que se enojara.

Ese día tampoco tuvo la suerte de los días anteriores, cuando llegó al salón allí no estaba el profesor Gómez, ese día estaba la profesora Martínez, la de historia. Sara supo que no iba a dejárselo pasar esta vez en cuanto la atravesó con la mirada.

—Llega tarde, Smith —murmuró la profesora en voz alta—. Otra vez.

—Lo siento, yo…

—Debe traerme una nota de la dirección para que pueda entrar —la interrumpió—. Ahora —luego simplemente siguió dictando su clase.

Sara suspiró, probablemente ya se habría acabado el efecto de amabilidad tras haberle regalado productos de Excel. Ella volvió a ponerse sus audífonos y sacó su iPod para buscar música mientras se dirigía a la dirección. ¿Y por qué tendría que importarle no entrar a una clase si de todos modos la iban a expulsar? Todo era simplemente una pérdida de tiempo, le había dicho a Emma que esperaría hasta Halloween, pero aplazar lo inevitable sólo haría que todos siguieran sufriend…

Ella iba tan distraída que no se fijó en el camino y se estrelló con alguien provocando que su iPod se cayera al suelo con audífonos y todo.

—Lo siento —murmuró mientras se inclinaba a recogerlo, pero la otra persona le ganó y lo agarró primero. Sara intentó sonreír para agradecerle y se levantó para recibirlo cuando de repente sintió que un rayo le caía encima, también sintió como esa corriente paralizaba todo su cuerpo y como su corazón parecía ser la única parte de ella que había quedado con vida.

Los fuertes pálpitos estaban retumbando en sus oídos, ahí frente a ella estaba parado Tomás.

¡Tomás!

Sara no lo había visto desde la noche en el Graham, y mientras su mirada parecía haberse quedado clavada involuntariamente en él, se llevó su mano al pecho, allí donde aún tenía la herida invisible.

—Vaya, otra que llega tarde —dijo Sussy, que venía acercándose tras él. Ella miró a Sara y después a Tomás—. ¿Estaban juntos anoche o qué?

Ninguno de los dos dijo nada, tampoco reaccionaron a su tonto intento de broma, pero Sara si aprovechó el momento para recibir su iPod. El sólo contacto leve con sus manos la hizo sentir otra descarga eléctrica.

—Entiendo... —murmuró Sussy luego de mirarlos con curiosidad—. Vamos, yo hablaré con la profesora. Aunque, como se lo acabo de decir a Parker, tienen que quedarse después de clase.

Sara saltó de una vez.

—No puedo, Sussy, tengo cita con mi psiquiatra.

—Sería una excusa para no ir, sé cuánto te molestan esas citas.

Sara negó con la cabeza.

—Esta cita es importante para mí —¿Por qué no podía ayudarla? Ella no quería quedarse después de clases, no con él.

Sussy asintió.

—Bueno, vamos a ver que dice la profesora. Ya la conocen…

Cuando los tres llegaron a la puerta del salón, inmediatamente iniciaron los murmullos en el interior. La profesora parecía más que molesta por tener que atenderlos a pesar de que estaba sentada cómodamente tomando té mientras los demás trabajaban en sus libros.

AtrapadaWhere stories live. Discover now