Capítulo 19. ROMPECABEZAS

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—Hola, nana —esa noche Sara saludó a María, las dos estaban en el mirador en lo alto de la ciudad, era el mismo lugar donde había estado con Alex.

—Miles de velitas... —los ojos dorados de Maria destellaban viendo al horizonte.

Sara observó las luces con nostalgia.

—Ojalá pudiera recordar que pasó —murmuró abrazándose a sí misma, con eso logró que al fin su nana la mirara por primera vez. Su rostro se llenó primero de alegría, pero luego de preocupación cuando levantó su mano y tocó la pequeña marca que aún tenía en su mejilla.

—Tú no necesitas recordar —susurró su nana—, todo está frente a tus ojos. Todo está frente a tus ojos...

Esa mañana Sara se despertó muy temprano, aún estaba oscuro y supuso que era a causa de los nervios por lo que le esperaba ese día. Si ella no convencía a la doctora de que todo estaba bien, probablemente sería alejada de sus papás hasta que cumpliera la mayoría de edad. Tras encender la luz del cuarto se fue a ver en el espejo, su cabello estaba cayendo en desorden sobre sus hombros y sus ojeras ya no eran tan oscuras, ella tocó su mejilla en donde se estaba desvaneciendo la oscura marca que le había dejado una uña de Emma y recordó con nostalgia a María ¿Qué estaría pasando con su vida si su nana estuviera viva?

Empezando con la labor en su cabello, decidió que quería hacerse algo diferente en ese día, entonces intentando no despertar a su mamá, entró a su cuarto sin hacer ruido, fue directo al baño y rebuscó entre sus aparatos el que usaba para hacerse ondas. Cuando salió del baño sonrió sintiéndose una tonta, tendría que haber recordado que a Erika Herrera no la despertaría ni un terremoto.

Al regresar a su cuarto se dio cuenta que no podría hacerlo sola, así que primero se bañó, buscó el único uniforme con falda larga y decente que le quedaba y se arregló complementando con poco maquillaje y unos pequeños pendientes de diamantes. Cuando fue a buscar a Joss al único que encontró despierto fue a su papá, Sara sonrió al verlo en pijama tomando café y leyendo el periódico y fue a abrazarlo.

—Tuve suerte que tu mamá aún no haya quemado la ropa que tengo aquí —dijo con humor.

—Oye, papá —ella dudó—. ¿Me podrías ayudar con el cabello?

Él parecía sorprendido, luego sonrió ampliamente.

—Por supuesto. ¿Qué quieres hacerte?

—Unas ondas. Pero sabes hacerlo, ¿verdad? —lo miró asustada.

—Hija, es mi trabajo saber todas esas cosas. Si lo hacía bien con tu mamá, quien es la persona más exigente del sistema solar, creo que nos irá bien a los dos.

Su papá resultó tener mucho talento y además ser muy rápido, cuando estaba terminando con sus ondas, Joss estaba apenas empezando a hacer el desayuno. Sara sonrió sin poder dejar de ver su cabello con suaves ondas que parecían bailar con el viento, en ese momento recordó un mensaje que tenía en su celular: “LA VANIDAD SIEMPRE FUE TU TALÓN DE AQUILES”, era del celular de Michelle y Sara se preguntó si ella lo habría enviado o Emma, porque de haber sido la bruja ella olvidaba que ese también era su talón de Aquiles.

Cuando Sara bajó nuevamente con zapatos bajos para dar una imagen pulcra ese día y llevando su pesada maleta con el laptop en el interior, su mamá ya estaba levantada y al sentarse a la mesa con ellos se dio cuenta los tres iban a desayunar juntos después lo que parecían años. Erika llevaba un elegante kimono de satín y estaba comiendo fruta mientras respondía algunos mensajes en su iPad. William, por otro lado, estaba disfrutando de sus huevos con tocino, hotcakes y frutas, había tanta comida en su plato que era probable que saliera rodando del edificio. Sara por el contrario se dio cuenta que no tenía mucho apetito y apenas y tocó sus hotcakes.

AtrapadaWhere stories live. Discover now