Capítulo 30 - PACTO

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—¿Está bien? —Sara levantó la mirada, Cristian venía acercándose desde el estacionamiento.

—Llegamos a tiempo —dijo Val, quien aún parecía estar preocupada—. El idiota de Brown la tenía acorralada en la oscuridad. Odio esas malditas luces LED, pero gracias a ellas la encontramos.

Sara frunció el ceño mientras se abrazaba a sí misma, sus dientes seguían castañeando. Ella creía que Cristian había sido el que había golpeado a Martín, porque a pesar de que era fuerte, Val no podría sola con él. Ella volvió a mirar hacia el gimnasio y tembló cuando vio que de la parte oscura de dónde venían ellas iba saliendo Tomás. Él llevaba su camisa desorganizada, el abrigo en la mano y a pesar de la oscuridad, ella sabía que la estaba mirando, por lo que se movió rápidamente para darle la espalda. Cristian se acercó mientras se quitaba su abrigo y luego se lo ofreció, pero Sara no logró reaccionar para recibirlo. Val fue quien sonrió y sus ojos brillaron de orgullo por su gesto cuando ella misma recibió el abrigo para arroparla.

En ese momento no podía sentir ira, el dolor era demasiado grande y eclipsaba cualquier otro pensamiento, hasta el recuerdo de Martín. Aún podía sentir esa lanza en su pecho, parecía como si a cada segundo estuviera perforando más en su alma. Tomás la había salvado nuevamente, pero él también la había traicionado. ¿Por qué tenía que ser él quien fuera a salvarla? ¿Por qué no había huido antes de Martín para que así no tuvieran que encontrarla en esa humillante situación? Ella sólo sabía que no quería hablar con él, no quería verlo.

—Val —Sara agarró el brazo de su amiga con desesperación—. ¿Dejarías que Cristian me lleve a casa, por favor? Tú puedes ir con... con él.

—Por supuesto, S —Val asintió a pesar de estar confundida—. Nosotros vamos a ir justo atrás, ¿de acuerdo?

Sara asintió y empezó a caminar sola en dirección a la camioneta de Cristian mientras se cubría más. Ella no habló en todo el camino a su casa y agradeció que Cristian tampoco lo hiciera porque su mente estaba muy lejos de allí. ¿Por qué se estaba sintiendo así? ¿Por qué había tenido que abrir su gigante bocota y decir que quería asistir a aquella fiesta? Pero si no hubiera asistido, probablemente no habría visto a Pierre nuevamente. Era increíble como una noche podía ser tan dulce y tan agría al tiempo.

Era una tontería sentir tanto dolor, pero no podía evitarlo. No había nada entre ellos, ella estaba con Alex, él era libre ¿en qué momento el universo había perdido su orden? A veces era simplemente imposible controlar las cosas que se sentían. Los sentimientos siempre estaban allí, en el fondo, esperando una oportunidad para salir a la luz y volver vulnerables a los desafortunados que los tenían. Tantos años queriendo dar la imagen de ser una persona fuerte e intocable, para terminar convertida en lo que era ahora.

—Lo siento —fue lo único que pudo decir cuando llegaron a Collina. Ella intentó quitarse el abrigo, pero Cristian no se lo permitió.

—Luego me lo entregas —Él mismo se bajó, dio la vuelta y le abrió la puerta. Afortunadamente nadie se bajó del auto que estaba justamente atrás, Cristian fue quien la acompañó hasta la entrada del edificio.

Antes abrir la puerta ella dio la vuelta y lo miró.

—Oye, cuida a Val —dijo seriamente—. Sé que no lo parece, pero soy bastante vengativa con quienes hacen daño a los que amo.

Él sonrió más tranquilo al verla reaccionar.

—Jamás lo haría —hubo una pausa y luego la miró fijamente—. Ellos te quieren, Sara, no los apartes.

Sara no quiso mirar en esa dirección, el dolor que sintió le impidió hacer algún comentario gracioso que lo hiciera relajarse para que luego les dijera a ellos que estaba completamente bien. Simplemente no pudo hacerlo, sus ojos se llenaron de lágrimas, entonces abrió la puerta y entró al edificio sin decir nada más.

AtrapadaWhere stories live. Discover now