Capítulo 35 - FUEGO

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 Sara se dio cuenta que recordando toda la ira que sentía por lo sucedido con Tomás era más sencillo para ella besar a Alex, aunque a cada segundo que pasaba toda esa ira y dolor pasaba a dirigirse hacia ella misma. Por un momento deseó que besarlo tuviera el mismo resultado que beber, necesitaba con urgencia tener lagunas mentales de sus últimos días.

Alex se apartó un momento y con una extraña sonrisa buscó los botones en la parte de la espalda para intentar quitarle el vestido. En ese momento de lucidez, Sara sacudió la cabeza con un estremecimiento, ¿Qué estaba haciendo? Aún no estaba lista, ella le daría una oportunidad a Alex, pero no en ese momento, no allí. Ella se apartó antes de que él lograra terminar de desabrochar el vestido.

—Alex, yo… —Sara saltó de la cama cuando escuchó que golpeaban la puerta y gritaban algo, luego escucharon que empezaba a sonar una sirena en todo el edificio—. ¿Qué es eso?

—No lo sé, ¿una alarma? —Él se pasó las manos por su rostro como si se estuviera despertando—. Pero hace mucho tiempo no la escuchaba, no desde... —Él sacudió su cabeza.

—¡Es un incendio! —Sara salió dando tumbos mientras intentaba reacomodar con torpeza su vestido. Sabía que era una sirena de incendio, una vez ella misma había activado una como broma, jamás podría olvidar ese sonido.

Alex tardó un poco más en salir de su habitación, para ese momento Sara ya había agarrado una botella de agua y había mojado un par de toallas en caso de que hubiera humo en alguno de los pisos.

—¿Por qué llevas el bolso? —escuchó que Alex preguntaba. Estaba sonando una alarma de incendio y a él sólo se le podía ocurrir preguntar por su bolso.

—Porque no sabemos qué es —repuso mientras se dirigía a la salida—. ¿Y si es un incendio? No voy a dejar mis cosas aquí.

Mientras varios vecinos salían de otros apartamentos y se dirigían al elevador, Sara buscó inmediatamente las escaleras de emergencia y les advirtió a quienes estaban allí que no era conveniente usar el elevador en caso de fuego, aunque, por supuesto, nadie allí le prestó atención. Y era verdad, ¿qué podría saber una chiquilla en vestido corto y accesorios con brillantes sobre incendios?

Sara miró a Alex.

—A ti deben escucharte —le suplicó—, diles que es peligroso que esperen el elevador, por favor.

Alex en ese momento parecía realmente frustrado y enojado, aun así regresó y les repitió a todos lo mismo que había dicho ella. Sara sonrió aliviada cuando vio que varios hacían caso, ella esperó a que Alex se regresara y ambos iniciaron su camino al primer piso.

—De todos modos, ¿cómo diablos sabes tanto sobre esto? —Preguntó Alex, aún era palpable su irritación.

—Una vez hice una broma con una alarma, mi mamá me castigó llevándome todo un día a ver el trabajo de algunos bomberos —murmuró con tristeza—. Jamás le desearía a alguien vivir las cosas que tuve que ver ese día, Alex.

Él la miró esta vez con un poco más de comprensión y siguieron el camino en silencio. Cuando llegaron a la entrada del edificio, ya había unas cuentas personas allí reunidas.

—¿Qué fue eso? —Alex irrumpió en medio de la multitud para preguntar al vigilante, Sara se quedó atrás mirando en todas las direcciones, buscando de dónde podría provenir el fuego.

—Parece que activaron la alarma de un apartamento accidentalmente... —repuso el hombre luego de pedir a todos silencio—. Sentimos mucho la incomodidad.

—Yo escuché que llamaban a mi puerta, dijeron que era un simulacro y debía mantener la calma —dijo una mujer con su cachorro en brazos.

Alex preguntó algo más, luego regresó donde ella estaba.

AtrapadaWhere stories live. Discover now