Capítulo 44: Verdades no tan ocultas.

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Se me hacía irreal lo que estaba ocurriendo

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Se me hacía irreal lo que estaba ocurriendo. La cabeza me daba vueltas, yendo de un recuerdo a otro. Saltando entre teoría en teoría, buscando alguna imposibilidad en lo que acababa de leer en la carta de Titania para Astrophell. Era demasiada información y ni siquiera habia llegado el mediodía. El resto de la mañana se trató de idear algún plan para llegar a la Cueva de La Verdad. Llevar al ejército de Astrophell a un encuentro sin saber lo que nos podíamos encontrar era demasiado arriesgado. No obstante, Cerberus insistió en llevarnos al menos tres filas de quince hombres con nosotros.

No podíamos poner en una cuerda floja los pocos hombres dispuestos a luchar contra Deliciae. Mientras yo seguía en estado de shock por lo que me había dicho la diosa más el descubrimiento de quién era mi padre biológico; otro mensajero por parte de Amatista había arribado al reino pasadas las tres de la tarde. Cadell se nego a recibir el mensaje, lo cual el hada en respuesta clavo una daga en la puerta de entrada junto con el sobre color negro. No tuvimos otra opción más que aceptar el comunicado de guerra.

Deliciae nos daba tiempo. Tres meses para preparar nuestras filas y plan de ataque. Según Cadell estaban siendo condescendientes por el hecho de no atacar directamente al reino con una de sus armas mágicas de gran potencia. Aunque sonaba poco creíble, sabía que Amatista nos daba tiempo porque Azucena está aquí y ahora formaba parte de la corte de Maleficae. Creía que había perdido a Caragan, y yo estaba segura que no se arriesgaría a perder también a Azucena. Aunque para ser sincera; no estaba segura del todo de esa teoría, al final de cuentas, Amatista le había roto el ala a su propia hija.

Fue Cerberus quien me acompañó a mi habitación después de la cena para alistarme y partir a La Cueva. Caminamos en silencio hasta que no pude soportarlo más, y abrí la boca para preguntarle las palabras que habían estado atormentando mi cabeza todo el maldito día.

— ¿Tu lo sabías? — la pregunta no lo tomó por sorpresa. Negó con la cabeza mientras metía sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

— Por supuesto que no — suspire de alivio y sentí como el peso de mis hombros se reducía— Ninguno de nosotros. Aunque lea las mentes, bruja necia, hay brujos e incluso inmortales que desarrollan barreras mentales demasiado fuertes como para siquiera leer un suspiro de recuerdos.

— Pero puedes leer los pensamientos de Cadell — él asintió ante mi afirmación — ¿Por qué?

— Porque soy su mejor amigo y él es el mio, Adira — me observó un segundo para luego devolver su mirada al frente para continuar con nuestro recorrido. Me abracé a mi misma intentando darme algo de consuelo ante todos los pensamientos que me nublaban la mente — Él me confía su vida, y yo le confió la mía. Cadell fue el primero en saber que tenía el don, y lo guardó para sí mismo. Después llegó Azucena, y luego tu.

— ¿Astrophell no sabe de tu don? — pregunté con sorpresa deteniéndonos frente a la puerta de mi habitación y volteando el cuerpo para quedar frente a frente.

Entre Uniones de SangreWhere stories live. Discover now