Capítulo 20: Titania

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Los días comenzaron a pasar lentos en Maleficae

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Los días comenzaron a pasar lentos en Maleficae. Adopté una rutina diaria para no enloquecer con toda la nueva información que acumulaba mi mente. Fueron difíciles los primeros cinco días, donde me levantaba solo para asistir a los entrenamientos exhaustivos con Cadell. Ninguno de los dos mencionó lo que sucedió en los pasillos, ni siquiera después de golpearnos hasta el cansancio o que hiciera que drenara todo mi poder hasta el agotamiento inevitable. Aún no me adaptaba por completo a esa parte de mi nuevo sistema.

La magia no era tan fácil de manejar como pensé. La demostración de poder que presente en el sótano de mi viejo edificio, tan solo fue una descarga emocional. Las habilidades mágicas al parecer, estaban fusionadas a las emociones del individuo que los portaba, y por eso se necesitaba autocontrol para comenzar a utilizarlas. El poder mágico podía hacer enloquecer a cualquier bruja, había dicho Cadell. Por eso utilizaban pequeñas dosis de gardenia mientras entrenaban sus primeros años.

No podía ingerir mas la poción de gardenias para inhibir un poco las descargas mágicas que estaban azotando mi cuerpo, según Astrophell, un poco más de la poción y era cuestión de meses que perdiera por completo parte de mis habilidades, si no es que ya las había perdido, tomando en cuenta que tan solo faltaban dos semanas para mi cumpleaños número veintidós, y la etapa de maduración mágica habría finalizado, convirtiéndome en una bruja completa.

Iba a realizarse un ritual antiguo. Donde le ofrecería mi sangre como tributo a la diosa de las brujas, la Diosa de las Tres Caras, para que me bendijera con su protección y aceptación. Las brujas se movían en aquelarres antes de que Titania robara los amuletos, y cada uno de ellos desapareciera. Cerberus me contó acerca de cómo las brujas se revelaron ante Astrophell, acusándolo de no poder protegerlas ni siquiera de su propia gente. Titania era una bruja poderosa, y lo había traicionado, había destruido los reinos con tal de gobernar.

Realizaremos el ritual a la medianoche del equinoccio de primavera, Ostara, el día de mi nacimiento, por fin despidiéndonos del frío invierno. No lo sabía hasta que Esmereé me explicó lo que pasaba ese día en realidad. Una vieja tradición de brujas, donde conmemoraban este día como un tiempo de renovación, de desprenderse de la piel, de transformarse, cambiar y crecer al calor del sol, a la sombra de los árboles, al arrullo de las aguas del deshielo. Para las brujas era una entrega a la nueva época oscura.

No sabía qué creer, en realidad. Nunca fui una persona creyente en el tema espiritual, siempre pensé que existían seres superiores, vigilando, y protegiendo. Jamás imaginé que la magia, los demonios y las hadas pudieran ser más que un cuento para niños. Pero asumí que podía tratarse de haber crecido en Catras, y de aquel hechizo protector que ofrecieron las hadas para que se retiraran de la guerra, abandonaran su posición.

Di vueltas en la cama al menos una hora, y a juzgar por la luz de la luna que se colaba por mi ventana aún faltaba demasiado tiempo para el amanecer. Suspire frustrada dando vuelta hasta mirar el techo. Azucena dormía a mi lado, habíamos hablado hasta tarde, hasta que no aguanto ni un segundo más quedándose dormida. Teníamos días haciendo esto, charlando hasta el cansancio. Aunque ella no lo dijera, sabía que estaba ayudando a sobrellevar el insomnio que desarrolle desde hace un par de semanas, desde que parte de la verdad se destapó.

Entre Uniones de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora