Capítulo 11: Un nuevo vínculo.

5.8K 581 42
                                    

La casa de mis padres comenzó a incendiarse unos quince minutos después de que yo saliera por la puerta principal cuando mis padres se distrajeron lo suficiente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La casa de mis padres comenzó a incendiarse unos quince minutos después de que yo saliera por la puerta principal cuando mis padres se distrajeron lo suficiente. Ni siquiera pude entrar al departamento de Lucille cuando las ambulancias y bomberos con sus alarmas y luces hicieron un escándalo en nuestra ciudad. En ese instante ignore el bullicio pensando que podría tratarse de un simple accidente, hasta que mi madre llamó y supe que los involucrados en el desastre era mi propia familia. Corrí lo mas rápido que pude, pero, fue en vano.

Los primeros dos días sentí que estaba en un trance del cual no podía salir. Fui una de las colaboradoras en recoger los escombros que quedaron esparcidos por la calle afectando el tráfico o las casas vecinas, sin terminar de asimilar que eran las ruinas de mi casa que estaba recogiendo. Durante las siguientes semanas, no pude soportarlo, y no volví a colaborar en las jornadas de limpieza. La búsqueda del cuerpo de mi padre se había cerrado, y yo visitaba la tumba compartida de mi madre y hermano una vez por semana. Muchas veces me pregunto si mi padre habría logrado salir y si estaba herido en alguna parte. Aún conservaba ese deje de esperanza muy profundo de mi ser.

Volví el día que se cumplió el primer mes de la tragedia por el llamado de los servicios sociales para identificar los objetos que se podían donar, desechar o las que me gustaría conservar. Lo primero que hice fue ir directo al despacho de mi padre, con la visión clara de lo que quería recuperar de allí. Rogue durante todo el trayecto que aquello no estuviera destrozado.

Cuando abrí la puerta quebrada del despacho, me mordí la lengua para no largar a llorar. Las paredes blancas estaban oscurecidas y con agujeros en el tapiz que mi madre había insistido colocar una tarde que fue de compras y lo encontró en una tienda para decoración de hogar. Era un tapiz horrible lleno de frases sin sentido con la tipografía de la máquina de escribir vieja de mi padre, según ella, le daba el toque para ser un ambiente lindo para nosotros mientras escribíamos. Mi padre aceptó con una sonrisa forzada mientras a Amara se le iluminaba el rostro en una sonrisa de emoción.

El librero estaba quebrado, gran parte de los libros estaban quemados, oscurecidos y arruinados. Aquellos libros de magia y demonología que de niña siempre había tenido ansias de leer y experimentar, no quedaba nada de ellos, salvo uno, que  tomé entre mis manos para llevarme conmigo. Los retratos familiares estaban esparcidos por el suelo con los vidrios quebrados haciendo crujir mis botas mientras caminaba en dirección al escritorio de madera oscura donde mi padre solía guardar los borradores de mis párrafos mal escritos durante las clases que no volveríamos a compartir.

Las manos me temblaban, y los ojos me ardían por contener las lágrimas. La nieve se adentraba al espacio por culpa de unos horribles agujeros que se extendían por gran parte del cielorraso, ocasionando que a su vez entrará con fuerza el frío viento del invierno. Los dientes me castañeaban logrando que me doliera la mandíbula. Al llegar al escritorio, abrí el primer cajón para comenzar a buscar.

Tarde al menos una hora en hallar en un mueble de al menos seis cajones repletos de poemas y escritos, el reloj de bolsillo antiguo que mi padre guardaba como una reliquia familiar. Con los dedos congelados alrededor del objeto, no pude evitar que una corriente de alivio me recorriera entera, lo admire detalladamente mientras caminaba hacia la salida. Su color oro estaba opaco, era como cualquier otro reloj de bolsillo, con su botón a un lado para poder abrirlo y unido a una larga cadena. Lo había traído conmigo cuando Cerberus me trajo aquí, siempre suelo llevarlo dentro del bolsillo de mi chaqueta, así que fue una suerte que pude traerlo, y ahora reposaba en uno de los cajones de mi tocador.

Entre Uniones de SangreWhere stories live. Discover now