Capítulo 14: Un hechizo.

5.2K 542 138
                                    

Cadell no asistió al entrenamiento al amanecer

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cadell no asistió al entrenamiento al amanecer. No obstante, Cerberus sí, y al llegar me ordenó darle diez vueltas al salón de entrenamiento en un trote suave mientras él ejercitaba con mancuernas los hombros al otro lado del salón. No sabía si agradecer la ausencia del rey sombra, o no hacerlo, tomando en cuenta que Cerberus me ignoraba deliberadamente realizando su propia serie de ejercicios. Cuando termine la primera ronda de vueltas, gruñendo me ordenó recorrer diez más. A regañadientes obedecí. Pasó una hora completa de solo dar vueltas, primero corriendo, pero al notar que Cerberus ni siquiera estaba mirando en mi dirección, comencé a caminar. Los pensamientos de la noche anterior no tardaron en llegar.

"El temblar de tus piernas se escuchaba a pesar del ruido, bruja preciosa. No sabia que te gustaba ver, pero, ahora lo se"

Había susurrado en mi oído Cadell antes de marcharse de mi habitacion dejandome con el corazon acelerado y otras partes de mi cuerpo palpitantes. Solo faltaba una hora para el amanecer, y a pesar del baño helado que preparó Azucena para mi, no pude apaciguar el calor acumulado sobre mi piel, sin importar que veinte minutos antes que llegara el hada a mis aposentos para prepararme, yo había tratado de calmar el fuego de mi cuerpo con mi propia mano, sin éxito. De solo pensarlo mientras caminaba alrededor del lugar, mi corazón se aceleró con prisa en mi pecho. Cerberus me dirigió una mirada pícara mientras movía las cejas, y recordé que el hombre podía leer mis pensamientos.

Tonta, tonta. Me recrimine una y otra vez mientras mis mejillas se bañaban de carmín. Para mi suerte, Cerberus no tuvo tiempo de hacer preguntas, cuando la puerta se abrió dando paso al dueño de mis sucios pensamientos.

Cadell venía con el semblante amargo. A juzgar por su ceño fruncido, entendí que venía de mal humor. Cerberus noto lo mismo, pero no dijo palabra alguna mientras el hombre sombra caminaba sin siquiera saludar o desear los buenos días, en dirección al cuadrilátero. Una vez arriba, me hizo un gesto con la mano para que subiera junto a él, yo también fruncí el ceño en respuesta.

— Di por favor, e iré corriendo Cerberus pareció descubrir que el saco de boxeo a su lado era mucho más interesante que nuestra conversación.

— ¿Disculpa? — su irritación me resultó tranquilizadora. Sonreí con sorna en su dirección.

— Ya me oíste— respondí mirando mis uñas con desinterés— Di por favor e iré contigo.

— Yo no le ruego a nadie. Aquí acatas mis reglas, o recibes un castigo— devolvió la sonrisa a pesar de que sus ojos se oscurecían gracias a la ira contenida.

— Pues te tocará castigarme.

Un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal gracias a la mirada cargada de promesas que me dirigió. No pude evitar pensar en las palabras susurradas en mi oído antes de marcharse, o en cómo me había obligado a mirarlo a los ojos para responder de como no vi nada. Una tos forzada e incómoda sonó detrás de Cadell, inmediatamente recordé la presencia de Cerberus, quien observaba al hombre sombra con cierta sorpresa, me pregunte que había visto a través de sus pensamientos. El silencio se hizo presente entre nosotros, creando cierta tensión.

Entre Uniones de SangreWhere stories live. Discover now