Capítulo 8: El primero.

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La confesión de Astrophell sonaba como un cuento de hadas

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La confesión de Astrophell sonaba como un cuento de hadas. Hubiera largado a reír de no ser por los ojos serios del Gran Señor que me observaban a la espera de una respuesta sobre lo que acaba de decir. Pero, no encontraba las palabras adecuadas para ello; se me seguía haciendo irreal el hecho de que Amara en realidad resultara ser Titania. Mi madre no era una villana, nunca lo había sido. Me crió con todo el amor y la paciencia que pudo; y a pesar de todo lo que podían decirme de ella, realmente no importaba, porque ella se había ido.

— ¿Cómo estás tan seguro que mi madre es Titania? — pregunte con el tono de voz enfurecido. Tome la copa de vino y le di un pequeño sorbo para aliviar el nudo que se formó en mi garganta. El sabor amargo pero dulce del vino me hizo sentir un poco mejor — Cada uno de ustedes, ha asegurado que Titania es mi madre. Se los he dicho mil veces, y no volveré a repetirlo; mi verdadera madre murió en un incendio hace dos meses, yo la enterré junto al cuerpo de mi hermano de diez años. Sus nombres eran Amara y Elio.

No me atreví a mirarlo a los ojos mientras pronunciaba aquellas palabras, porque tenía miedo de que en su mirada estuviera reflejada la verdad que no estaba dispuesta a aceptar. Quería quedarme con el recuerdo de Amara siendo una madre amorosa y llena de vida; me negaba rotundamente a imaginarla tal cual y como lo hacía Astrophell y su corte. Yo le debía eso a mi madre después de todo.

Astrophell extendió su mano ofreciendo un pañuelo de algodón al mismo tiempo que me regalaba una media sonrisa con los ojos bañados en compresión. Lleve una mano a mi mejilla dándome cuenta de que había derramado un par de lágrimas gruesas, y con el poco orgullo que me quedaba a causa de los hechos de la noche anterior, las apartó con brusquedad rechazando el ofrecimiento de Astrophell. El pareció herido, pero no le tome importancia, porque al final de cuentas yo también lo estaba y parte de su corte no tuvo compasión alguna conmigo anoche. El Gran Señor entrecerró los ojos retirando su mano y dejando el pañuelo en la mesa cerca de mi; yo solo aparte la mirada y volví a tomar la copa de vino entre mis manos.

— Sé que es complicado todo lo que sucede a tu alrededor, Adira. Pero no tengo como comprobar que seas hija de Titania, además de mi instinto — dijo soltando un suspiro. Yo jugué con el líquido de la copa girándola con mi mano — Yo conocí a Titania hace mucho, justo después de que mi padre falleció. Le enseñé todo lo que sabía, a pesar de las advertencias de mi madre con respecto a ella; quería que la desterrara y yo aun ni siquiera era rey de estas tierras.  

— Pero no lo hiciste, ¿cierto? — pregunte con brusquedad y él negó con la cabeza.

— No pude hacerlo. Ella no era mala, a pesar de que yo sabía que no tenía las mejores intenciones. Sabía controlar a la brujas a su beneficencia, incluso, cuando se autoproclama como la Gran Bruja de Maleficae; no pude detenerla — miró hacia la silla que tenía enfrente, como si Titania estuviese sentada allí— Mucho menos cuando confesó que podía escuchar a la mesa. Decía que La Unionis le hablaba, y eso solo significaba que ella tenía una conexión con la Guardiana de Reinos.

Entre Uniones de SangreWhere stories live. Discover now