Capítulo 25: Que los dioses se apiaden.

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Advertencia de contenido explicito +18: en este capitulo se habla abiertamente de abuso sexual, heridas graves y situaciones violentas. Se recomienda discreción.

"Para todas las personas que creyeron que no podrían salir del agujero negro

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"Para todas las personas que creyeron que no podrían salir del agujero negro. Quiero recordarles que están aquí y que sobrevivieron. Son jodidamente fuertes"

Cadell.

Adira se levantó tan sigilosamente que tarde para darme cuenta que había salido de la habitación.

La herida ya cerrada y desinfectada en mi abdomen protestó cuando me levanté con esfuerzo de la cama y tuve que apretar los dientes y la mandíbula para no sisear de dolor. La sanadora había hecho lo que pudo para retirar el veneno que Shaiel tenía en las garras, ya me había enfrentado antes al materiaus, el veneno que tenían los cambiaformas de lobo. Más nunca al nivel en el que Shaiel logró depositar cuando me arañó. Estuvimos alrededor de dos horas en la habitación de Adira, retirando el veneno con olor putrefacto y ácido de mis heridas abiertas con la magia de la sanadora, mientras yo mordía la almohada y Adira sostenía mi mano con fuerza brindando apoyo. Cuando quede inconsciente, supe que no me trasladaron a mi habitación, que seguía en la cama suave de la bruja, ya que su olor a menta y esencias de hadas seguía impregnado entre las sabanas de la misma.

También sabía que Adira no se acostó en la cama junto a mi. Sentía su presencia en la habitación a pesar de tener los ojos cerrados a causa de la sedación que me proporcionó la sanadora para poder terminar con el trabajo. Adira estuvo allí junto a mi, vigilando que todo estuviera bien, pero cuando la madera de la puerta crujió suavemente mientras la cerraban desde afuera, supe que se había ido. Así que como pude, me levanté. Estaba sin camisa, pero aún conservaba los pantalones. Mi abdomen se tenso cuando logré ponerme de pie y cerré los ojos sosteniendo mi peso con mi mano sobre la pared para poder estabilizarme y empezar a caminar en búsqueda de la bruja.

Estaba todo oscuro, pero las pequeñas estrellas que giraban alrededor de las paredes daban bastante iluminación para poder visualizar el camino hacia la puerta. Vi una camisa blanca nueva puesta sobre el espaldar de la silla del tocador. La pase por mis brazos sin abotonarla, y salí a los pasillos fríos del pasillo, descalzo y sosteniéndome de las paredes con cada paso que daba.

Seguí el aroma de Adira. Agradecí que no tuve que subir o bajar escalones. Mi magia estaba trabajando lento en la sanación de la herida debido al veneno del lobo, pero con suerte, los puntos y las vendas mantenían la herida cerrada para acelerar un poco la sanación. Seguí caminando hasta el final del pasillo, y al cruzar hacia la derecha, supe donde estaba Adira. Vi la puerta del comedor abierta. No vi guardias, tampoco servidumbre, ni siquiera al hada macho, Caragan, que revoloteaba alrededor de la bruja, y lo agradecí. Necesitaba hablar con ella, a solas.

Las puertas de la terraza estaban abiertas, ocasionando que las cortinas giraran y se movieran con fuerza a causa del viento. La primavera ya comenzaba a hacerse presente, pero aún quedaba el frío helado de lo que restaba del invierno. Cuando sali, Adira tenia aun el vestido rasgado negro, con el cabello suelto ondeando hacia un lado por el viento, estaba descalza, y miraba hacia Ragana. La vieja ciudad de las brujas, o al menos lo que quedaba de ellas, habitada ahora por almas perdidas, o rufianes en busca de robar algo con valor. O simples desamparados en busca de calor.

Entre Uniones de SangreWhere stories live. Discover now